El organero más famoso de Vigo

VIGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Martínez de Montenegro fue en el siglo XVI el constructor de órganos más buscado y su firma está en 14 instrumentos

19 nov 2018 . Actualizado a las 10:17 h.

Dicen que el órgano tiene su origen en el hidraulys, un artefacto inventado por el griego Ctesibio que arrancaba sonidos con un sistema de aire y agua. En el siglo IV, en el Imperio Bizantino, se le incorporaron los fuelles. Con el siglo XIV llegaría el teclado cromático y, finalmente, en el siglo XV, comenzarían a construirse los órganos de grandes dimensiones para instalar en iglesias y catedrales. Así que, a mediados del siglo XVI, el vigués Pedro Martínez de Montenegro estaba en la vanguardia de la tecnología mundial. Porque este organero (y suponemos que también organista) se convirtió en una celebridad en su época, disputado por las diócesis de Galicia para dotar de órganos sus templos.

En total, nuestro compatriota construyó catorce órganos, entre ellos los de las catedrales de Santiago y de Ourense. En 1558, Pedro Martínez de Montenegro es contratado por el cabildo de la catedral de Santiago, para que construya un suntuoso órgano con dieciocho registros «con los que se podrán hacer más de cien diferencias, según la manera que lleva el órgano grande».

En la descripción del contrato, que recoge Xosé María Álvarez Blázquez, en su obra La ciudad y los días, el órgano tendrá «un aflautado de catorce palmos de largo que venga afinado con chirimías; un churumbelado de quincenas muy claro y gracioso; dos pares de dulzainas unísonas de aflautado principal con la que se harán diferencias nunca vistas, muy sonoras y extrañas de todas las otras diferencias». Hay que anotar lo pintoresco del lenguaje técnico asociado al órgano, con sus aflautados, chirimías,

churumbelados y dulzainas unísonas. El documento señala que el órgano será «al gusto de Pedro Ortiz y Gaspar de Villada, organistas de la catedral; dando los señores Deán y Cabildo los materiales y casa donde pueda posar el maestre y los oficiales que consiguió traer». Además, se da al organero una provisión de gastos de cien ducados y el pago final se realizará una vez un perito haga una tasación del resultado final de la obra.

El órgano de la catedral compostelana debió gustar porque Martínez de Montenegro recibe inmediatamente otros encargos. En septiembre de 1558, es contratado por la cofradía del Santo Sacramento de A Corticela, para que construya un órgano de cinco registros por un precio de 45 ducados más un quintal de estaño. Poco después, el cabildo de Santiago encarga un nuevo órgano al artista vigués, que quiere situar en la capilla de Alba. Entre sus especificaciones está «un cascabelado de sobre docenas de caño de punto, con su tremente y unos pajarillos». Concluye la obra en 1563.

Su fama va corriendo por el país y años más tarde, en 1580, Ourense encarga un órgano por valor de 800 ducados. Y dos años más tarde, otro para la basílica ourensana con un precio de 250 ducados. En abril de 1583, la ciudad de As Burgas lo contrata de forma permanente para que cada Semana Santa acuda a afinar los órganos, a cambio de un salario anual de 6.000 maravedíes.

Su larga carrera como organero continuará en 1592, cuando Pedro Martínez de Montenegro es contratado para la parroquia de Santiago de Betanzos. Se desconoce si llegó a terminar el trabajo, porque falleció en el año 1594.

El organero vigués tal vez llegó a escuchar en vida a Antonio de Cabezón, el gran maestro organista que fue músico oficial de la corte del rey Felipe II. Y, por desgracia, nunca pudo asistir a un concierto del más grande entre los grandes: Johann Sebastian Bach, que nacería en Turingia un siglo más tarde de su muerte. Obviamente, tampoco pudo nunca escuchar el órgano de la concatedral de Vigo, recién restaurado este año de 2018 gracias a una aportación de 140.000 euros del Concello y, por lo tanto, de todos los vigueses. El único órgano vigués en activo data de 1909. Son casi cuatro siglos más tarde de que el maestro Pedro Martínez de Montenegro se convirtiese en el mejor organero de su época.

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