La araucana de Soutomaior puede alcanzar los mil años de edad

Antón Lois (Amigos da Terra) AMIGOS DA TERRA VIGO @TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

El ejemplar de la especie originaria de Chile se encuentra en los jardines del castillo de la Diputación

08 nov 2018 . Actualizado a las 00:22 h.

Hoy queremos presentar a una amiga y vecina. Es la araucaria araucana (pino de Chile, pino de los Andes, araucaria chilena, pino araucano, pino de brazos; por nombres que no sea...) del castillo de Soutomaior. Nuestra amiga ya debería ser famosa, pero quizás pronto lo sea mucho más allende nuestras fronteras.

El nombre de araucaria viene de su tierra original en el departamento chileno de Arauco, por lo que, como es deducible, su presencia aquí tiene que ver con su introducción con fines ornamentales y así llegó nuestra amiga a las tierras de Pedro Madruga así a ojo hacia el año 1870 cuando las fincas de la antigua fortaleza militar se ajardinaron y, como añoranza de aquel imperio donde nunca se ponía el sol, se introdujeron en pazos y castillos especies exóticas, y cuanto más exóticas mejor.

Localizar a nuestra protagonista no es difícil, porque es enorme. Viendo semejante porte que supera los 27 metros de altura, con un tronco de más de un par de metros de perímetro y su copa de casi siete metros, añadiendo el dato de su siglo y medio de vida, no hace falta mucho esfuerzo de imaginación para pensar que estamos ante una recién nacida. Nuestra amiga en rigor todavía no llegó ni a la adolescencia, es apenas un bebé grandecito. Si todo va bien duplicará su altura y sobrepasará el milenio de edad y, sin embargo, ya figura a pesar de su tierna edad en el catálogo de árbores senlleiras de Galicia.

Si quieren conocer a otras primas cercanas, también notables y de especies similares, las encontrarán en Vigo (en los jardines de Castrelos, en la calle Enrique Lorenzo y en la Alameda, muchas también superando el siglo de vida) y en el arboreto del centro de investigación forestal de Lourizán en Marín o en el parque de Cotorredondo, junto al paseo lateral del lago Castiñeiras.

Esto del tiempo tiene su enjundia porque todas las especies evolucionaron y fueron cambiando y muchas desaparecieron antes de forma natural (actualmente con nuestra ayuda se extinguen de forma vertiginosa). Si pudiéramos viajar a un pasado remoto, hablamos de millones de años, y pasear por un bosque no reconoceríamos la mayoría de los árboles que tendríamos alrededor porque serían completamente diferentes a los que vemos ahora, pero si tuviésemos que subirnos a un árbol para evitar servir de aperitivo a un tiranosaurio muy probablemente treparíamos para refugiarnos por algo muy parecido a las araucarias. Son fósiles vivientes. De las poquísimas especies que nos llevan acompañando desde los tiempos en los que los dinosaurios eran la especie dominante y que en todo este tiempo cambiaron muy poquito, lo que indica que encontraron un encaje perfecto en la naturaleza.

A modo de curiosidad cabe anotar que sus semillas, algo parecido a los piñones pero de buen tamaño, tienen unas extraordinarias propiedades nutricionales muy parecidas a las nueces. Tanto es así que en muchas zonas se pensó cultivarlas como plantación alimenticia, aunque como no tienen especial prisa en crecer (ventajas de poder vivir mil años) tardan mucho tiempo en empezar a dar sus frutos.

Como se decía en estas páginas hace unos días, nuestra amiga es noticia porque es candidata a ser declarada Árbol europeo del año 2019, una iniciativa de la ONG Bosques sin Fronteras que participando con otras entidades similares en el proyecto Tree of the Year busca, aprovechando la excusa de señalar un árbol especial cada año, sensibilizarnos sobre la importancia de conservar y apreciar a todos los árboles todos los años. No se puede definir mejor que diciendo que se buscan aquellos árboles con los que las personas establecen especiales relaciones afectivas y son testigos de la historia, del clima y del respeto de los pueblos.

Los árboles seleccionados en esta edición, como todos los seleccionados otros años, son una absoluta maravilla (como todos los que no se seleccionan nunca), pero, qué quieren que diga, nuestra araucaria de Soutomaior es vecina y en estos casos cuesta ser objetivos. Por eso, si quieren votar para que sea declarada árbol europeo del año es tan sencillo como hacerlo aquí: http://arboleuropeo.es/vota-arbol-del-ano-en-espana-2019.

Es una excelente excusa para conocer la finca del castillo de Soutomaior y, de paso, felicitar a la Diputación de Pontevedra por el exquisito cuidado con el que están conservando a nuestra protagonista y al resto de sus compañeras. Ojalá sirviera de ejemplo.

Tiene 27 metros de altura y su tronco tiene más de dos metros de perímetro

Bosques sin Fronteras incluyó este ejemplar entre los que optan a ser árbol del año