Una Pompeya submarina

VIGO CIUDAD

En 1870, mientras Verne escribía '20.00 leguas', los diarios de Francia decían que la ría de Vigo estaba llena de plata

31 oct 2018 . Actualizado a las 13:14 h.

En 1702, la batalla de Rande se convirtió en Londres en noticia de primera página del primer diario de la historia, The Daily Courant, que acababa de estrenarse ese mismo año. El combate naval en la ría de Vigo fue su primera noticia de alcance, convertida en un serial durante meses, con informaciones sobre el tesoro capturado por la escuadra de George Rooke.

Casi dos siglos más tarde, en 1870, Rande volvería a las primeras páginas. En esta ocasión, en Francia. Y la noticia fueron los trabajos de rescate de los galeones en la expedición organizada por Hyppolite Magen, donde se estrenaron a nivel mundial los últimos adelantos técnicos en exploración submarina. Entre ellos, la iluminación eléctrica bajo el agua y los equipos de respiración Rouquayrol, que daban una nueva autonomía a los buzos.

Jules Verne, ávido lector de periódicos, se inspiró en estas campañas para construir su novela 20.000 leguas de viaje submarino, que se publicó en esas mismas fechas. En la Biblioteca Nacional de Francia hemos encontrado los ejemplos del entusiasmo con que los franceses siguieron los trabajos en Vigo.

Mientras Verne escribe su obra, la Societé de Sauvetage des Galions de Vigo celebra su junta general en París, el 21 de mayo de 1870, presidida por el Conde d’Hautefort. En ella, se propone una nueva ampliación de capital, se da cuenta de los supuestos primeros hallazgos, se augura un gran éxito y se anuncia la contratación del ingeniero Denayrouze, el coinventor del respirador autónomo Rouquayrol.

Los franceses compran las acciones, que prometen una gran rentabilidad una vez se rescate la plata hundida en la ría de Vigo. En la revista Le Monde Ilustré, una de las de mayor éxito en la Francia de la época, vemos un espectacular grabado que ocupa su portada, con el pie «Exploraciones submarinas en la bahía de Vigo para la búsqueda de los galeones españoles hundidos en 1702».

En Le Petit Journal se suceden las noticias sobre la expedición de Magen en Vigo. El 25 de enero de 1870 invita a los lectores a visitar en la villa de Saint Servan, en Bretaña, la campana submarina diseñada por el ingeniero Bazin. ¿Se animó también Jules Verne a hacer esta visita, tan cerca de su casa? «En la edición de 22 de diciembre, hablamos sobre el trabajo de rescate llevado a cabo en la bahía de Vigo (España), para encontrar los millones hundidos en los galeones españoles desde 1700», explica el diario. «M. Bazin, ingeniero encargado de la gestión de los trabajos, estableció en Saint-Servan la boya de rescate, curioso dispositivo que merece ser visitado».

El interés por la campaña en Vigo será tan grande que incluso llama la atención del emperador. Napoleón III Bonaparte gira visita en París al ingeniero Bazin y a los objetos rescatados de los galeones. Así lo cuenta Le Petit Journal, en junio de 1870: «El emperador, en un coche Daumont, y acompañado por dos ayudantes de campo, fue ayer a visitar el museo en la calle Morny, donde Monsieur Bazin reunió varios objetos extraídos del mar en la bahía de Vigo, donde están sepultados los famosos galeones de la flota de España. El emperador se reunió tres cuartos de hora con el hábil y audaz ingeniero de esta hermosa empresa».

La crónica más emocionante la publica Le Gaulois el 7 de junio de 1870, en un amplio reportaje titulado «Una Pompeya submarina», que se relata los fabulosos tesoros que hay en el fondo de la ría de Vigo. El periodista Francisque Sarcey se entrevista con el ingeniero Bazin, a quien presenta ya como una celebridad por la campaña de los galeones: «Tendré por guía en la visita al líder de la expedición, M. Bazin, bien conocido en el mundo científico por sus descubrimientos de todo tipo, pero sobre todo en los últimos tiempos por su exploración submarina. Todos los parisinos conocen ya la escafandra, esa especie de caparazón para trabajar en las profundidades».

El artículo se detiene en los peligros que enfrentan los buceadores: «Mis hombres son jóvenes duros -explica el ingeniero Bazin-, tengo un fuerte equipo de personas a quienes seguiría hasta el fin del mundo. Con ellos hice la exploración de Vigo. Y pronto lo haré en otros lugares».

Enumera algunos objetos que extrajeron de los galeones en Rande como viejos muebles de caoba, cañones, vasos, porcelana, un frasco de cochinilla... pero falta el tesoro en el que tanto han invertido los accionistas. Con gran efectismo, Le Gaulois finaliza su crónica de forma apoteósica: «Y de pronto, Bazin saca una gran piedra de color negro. Es un lingote de plata de 8.600 francos». El periodista pregunta al ingeniero si espera encontrar más lingotes como ese: «El fondo de la ría de Vigo está pavimentado de estas piedras».

Así escribían los periódicos de París sobre Vigo hace casi 150 años. Cuando la fantasía sobre los tesoros de la ría de Vigo encendía la imaginación de los franceses y la de un escritor de Nantes que se inspiró en ellos.