La concesionaria dice que el auditorio no prosperó por su entorno degradado

VIGO CIUDAD

Asegura que la explotación del complejo arrojó pérdidas desde el primer día

26 oct 2018 . Actualizado a las 10:11 h.

La falta de desarrollo urbanístico del entorno es una de las razones que alega la concesionaria para explicar el fracaso de la explotación del Auditorio Mar de Vigo y de sus zonas comerciales. La mercantil Pazo de Congresos de Vigo culpa en un informe al Ayuntamiento de no haber cumplido su compromiso de transformar esta zona degradada de la ciudad. Recuerdan que el Plan Xeral establecía como objetivo prioritario la ordenación de un área residencial que permitiese la integración de la ciudad y del puerto. Sin embargo, este desarrollo nunca llegó y se alejaron las previsiones manejadas en el proyecto definitivo.

La explotación dio pérdidas desde el primer día porque la concesionaria no pudo crear una oferta atractiva en un espacio degradado de la ciudad.

El Concello pudo haber cambiado la situación cuando el Plan Xeral se encontraba en vigor, pero eran tiempos de crisis económica y se retrayeron las inversiones. Tras la anulación judicial del planeamiento, se acabó por echar por tierra todos los proyectos estratégicos que estaban planificados, relegando al entorno a un uso industrial. Entre otras iniciativas, se contemplaba la prolongación del túnel de Beiramar para crear un un nuevo espacio peatonal con viviendas, locales comerciales y servicios.

Entorno abandonado

Hoy en día, el complejo continúa enclavado en una de las zonas de la ciudad que resultan más lúgubres durante las noches. En la parte trasera se encuentra la calle Jacinto Benavente, cerca naves industriales abandonadas donde indigentes buscan cobijo para dormir y en las que ya se han producido varios incendios. Prostitutas y travestis ejercen en las inmediaciones de los edificios que fueron diseñados por el arquitecto César Portela y encuentran resguardo entre los soportales. Las fuerzas del orden acuden con frecuencia a esta zona alertadas por peleas o para llevar a cabo redadas contra el tráfico de drogas a pequeña escala. La calle suele ser transitada por toxicómanos en busca de sus dosis, lo que también conlleva un problema de delincuencia.

Los vecinos de las calles cercanas suelen evitar siempre pasar por esta avenida. La zona carece de comercios, ni bares ni restaurantes que puedan hacer atractiva la estancia de los clientes del hotel o del público que asiste a los espectáculos del auditorio.

Las pintadas, un mobiliario urbano en mal estado, la falta de cuidado de muchas fincas o el deterioro de los edificios colindantes nunca fueron una buena carta de presentación. La concesionaria nunca fue capaz de arrendar todos locales.

Proyecto modificado

Otra de las cuestiones que influyeron en el declive del complejo, según la concesionaria, fueron los cambios en el proyecto para abaratar costes. El complejo se hizo más pequeño, reduciéndose de esta forma la potencial rentabilidad.

En sus inicios, el estudio técnico propuesto por los arquitectos ganadores del concurso planteó un presupuesto de ejecución que superaba los 154 millones de euros, un precio inasumible que suponía una desviación de un 82 % respecto a la propuesta inicial.

Ante ello, la junta de gobierno local autorizó una modificación de la obra pública que supuso una reducción considerable de las zonas comerciales. «De la misma forma se reduce proporcionalmente la posibilidad de generación de ingresos procedentes del arrendamiento de la superficie existente, lo que supuso la imposibilidad de la concesionaria de mantener la rentabilidad», explica el representante legal de las empresas.

El Concello amplió entonces el plazo de la concesión de 35 a 60 años, pero no fue suficiente para garantizar ni el retorno ni la sostenibilidad de la inversión.

La concesionaria dejó de poder hacer frente a las cuotas de un prestamo de 42 millones de euros firmado con Abanca y se vio abocada al concurso.