«Estamos abandonados dende os lumes»

J.R. VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Los comuneros de Vigo aseguran que no existe diálogo con la Xunta desde la ola de incendios. Reclaman ayudas y personal para retirar la madera quemada y ordenar la superficie afectada

22 oct 2018 . Actualizado a las 13:32 h.

La distancia entre los responsables del monte en mano común de Vigo y los responsables de la política forestal de la Xunta parece insalvable un año después de la ola de incendios que arrasó el anillo verdeo de la ciudad. Al discurso oficial, secundado por cada representante comunal, le pone voz el máximo responsable de la Mancomunidad de Montes de Vigo, Uxío González, haciendo hincapié en dos cuestiones. «Unha é a falta de apoio das Administracións, neste caso da autonómica, porque efectivamente non veu Feijoo nin a conselleira, nin tan sequera o director xeral... e que menos que vir a unha das zonas máis castigadas. É que nin unha chamada recibimos, estamos abandonados dende os lumes». González pone el acento también en la necesidad de limpiar las zonas quemadas para empezar a pasar página en forma de nuevas plantaciones, pero con el miedo metido en el cuerpo al saber que el fuego y los incendiarios están siempre dispuestos a materializar sus peores intenciones.

 COMESAÑA

«Non queda nada». Lorenzo Apolinar, presidente de los comuneros de Comesaña, expone su particular caso: «Temos queimado o 100 % do noso monte, que é complicado porque non temos praderías chairas ou zonas planas onde poder facer un burato para plantar. Todo son restos de canteiras. A única esperanza pasa por esperar a que espontaneamente se rexenere a vexetación. Á parte de arder, outro problema que temos agora é unha praga de eucalipto, e erradicar todo iso é un verdadeiro problema. Nós, ademais, facémonos unha pregunta: que prezo vai ter todo iso e quen o vai subvencionar?».

CORUXO

«1.000 euros, nada máis». En la parroquia de Coruxo también acabó casi todo arrasado por el fuego. El responsables de los comuneros, Antonio Ocampo, pone sobre la mesa cómo está el terreno que gestionan: «A solución que nos deron foi una axuda de 1.000 euros. Só en maquinaria perdemos 300.000 e non nos deron absolutamente nada. Entón creo que a verdadeira problemática é pensar de novo, despois dos lumes, unha nova planificación. E resulta lóxico pensar que en todo ese proceso deben axudar cada unha das Administracións para que non volva ocorrer o do ano pasado. É necesario expoñer publicamente que todos os traballos que faltan por completar de retirada de madeira, a xestión de todos eses lotes, as replatancións, arborar ou reforestar precisan de axudas que, entendemos, ten que dar a Consellería do Medio Rural». 

Zamáns

«Descoordinación». Idéntico escenario: pocos recursos propios y menos ayudas. La reproducción de eucalipto tampoco es ajena a esta parroquia. Su presidente, Guillermo Rodríguez, hace un planteamiento que va más allá de la petición de fondos: «La capacidad de respuesta de bomberos o policía, Concello o Xunta, fue y es nefasta. Van todos al mismo sitio y sin organizarse en la forma de actuar, si tienen que mandar salir a uno por aquí o por allá. No hay un plan para cuando ocurre algo de esta magnitud. Yo creo que ni conocen los caminos ni las rutas de los montes. Tampoco hay una ruta para coches de bomberos, ni tomas de agua porque, claro, los bomberos van con un camión hasta allá y entre que llegan, cargan y regresan ha pasado una hora, dos horas o tres horas. O sea, nefasto. Y a día de hoy seguimos sin solución ninguna».

MATAMÁ

«Maior presión». José Fernández, dirigente de la comunidad de montes de Matamá, reclama abiertamente a sus compañeros de la mancomunidad «activarse máis, non sei de que forma, pero presionar a quen sexa para que haxa axudas, porque se non é un desastre. Matamá é unha das comunidades máis pequenas de todo o municipio. Non hai recursos ningúns e o pouco que temos, se hai un incendio, acaba desaparecendo. E se tampouco recibimos axudas por outros lados, non vexo eu de que maneira podemos facer algo. Por non falar dos eucaliptos, que avanzan sen control, pero para retiralos fan falta axudas ou algo, se non é unha invasión de consecuencias terribles. O único claro é que pasado un ano vemos que se puido facer moito máis no referido á tala de madeira e que a Xunta vai polo seu lado e sen contar con nós, que teriamos que ser interlocutores directos con eles, dado que ambos queremos o mesmo».

  

Valadares

«Desamparo administrativo». Gregorio Álvarez no tarda en desenfundar su malestar con la Xunta ante lo que considera un desamparo administrativo absoluto: «Non tivemos nin unha chamada telefónica de quen ten que facela, a Consellería do Medio Rural, nin sequera unha visita á parroquia. Todo o que se fixo foi a través da técnica nosa, unha solicitude de subvención para triturar no monte aquelas plantacións recuperadas para transformar en madeira. Pois das 48 hectáreas que arderon de frondosas solicitamos 26 que eran irrecuperables e déronnos 16, polo que recibimos unha subvención de 16.000 euros, dos cales xa temos 8.000 e ao terminar de limpar supoñemos que nos darán o resto. Ademais, pasounos o mesmo que a Coruxo: solicitamos o novo plan de ordenación do monte e tamén nolo denegaron».

   

Petición de compromiso

«Non é cuestión de voluntarios». Los incendios del 2017, además de muertes y destrucción, reabrieron el debate sobre las obligaciones y gastos que implica el cuidado de los montes y su poca rentabilidad. Pero también sobre la necesidad de abrir estos espacios aún más a la sociedad para hacerla partícipe, en cierta medida, de su cuidado. «Temos a necesidade de que a propia sociedade civil, non só as Administración, se involucren nos montes. É certo que houbo moitísimo voluntariado nos días mesmos nos que houbo que apagar os lumes. Ese voluntariado proseguiu o primeiro mes, pero ao final a memoria logo se perde e o monte segue sempre no mesmo sitio, esperando que alguén lle preste atención».

Es por eso que durante este fin de semana habrá numerosas actividades con motivo del primer año del incendio más destructivo que se recuerda en la ciudad y todo el sur de la provincia.

Los comuneros de Vigo hilan fino al hablar de Xunta y Concello a propósito de los incendios. Del Gobierno gallego, mayoritariamente, se exponen reproches; del Concello, las contadas alusiones son positivas. El presidente de la Mancomunidad, Uxío González, señala: «Imos tirando coa axuda municipal e o plan de emprego. É unha realidade que tivemos, pero non é competencia deste Concello ou doutro materializar a recuperación dos montes queimados. Basta dicir que a falta de persoal que tería que chegar da Xunta para limpar os montes recibímola, dende o 2012, mediante o plan de emprego. E iso non basta nin pode ser así». (En la imagen, de izquierda a derecha, Anselmo Miranda, Manuel Giráldez, Antonio Ocampo y Uxío González). 

Posiblemente, la ruta más triste de la historia de Vigo

Valadares, Coruxo y Comesaña evidencian lo difícil que es volver a la normalidad tras una gran catástrofe

J. ROMERO

El Monte dos Pozos sirve de ventana para asomarse a la pesadilla en forma de llamas vivida hace un año. Un vista circular del entorno, con Vigo y su ría al fondo, deja claro que el negro aún predomina sobre el verde. En la cafetería de este parque forestal, la copropietaria Silvia Costas explica que su terraza se ha convertido en un «templo del morbo». Ya el mismo domingo de los incendios (15 de octubre del 2017), por la tarde, tenía las mesas llenas de gente viendo el fuego, lo que generó un embudo de tráfico en la bajada al darse la orden de evacuación. «Una vez apagados, la gente siguió viniendo y lo sigue haciendo aún para ver las consecuencias del fuego, por puro morbo. Y verán eso solo, ya que lo cierto es que en el último año, aquí, apenas se hizo nada más que cambiar un puente de madera que ya estaba podrido antes de arder».

Y es que la gestión del suelo comunal en esta parroquia (Valadares: 285 hectáreas quemadas de 295) se hace con más voluntad que recursos. Los comuneros actúan con los pocos medios propios que manejan y con la ayuda del Concello. Pero la relación con la Xunta es tensa, tal y como evidencian las discrepancias surgidas por la titularidad de un depósito de agua, con capacidad para 500.000 litros, que tras los fuegos se atribuyó a los comuneros, algo que estos niegan: «¿Pero cómo va a ser nuestro el depósito si nunca tuvimos llaves y es la Xunta, a través de Augas de Galicia, la que siempre gestionó el recinto y tomó muestras de agua para conocer su calidad?», expone Antonio Villar, capataz de la entidad.

O Freixo

La ruta de más de siete kilómetros que separa Valadares y Coruxo, por el núcleo de O Freixo, más que una ventana es un balcón desde el que dimensionar la tristeza de un trayecto en el que el único verde que brota tiene su origen en el helecho y el eucalipto. José Lojo trabaja en su galpón dedicado a la corta y venta de madera. Opina que la sensación generalizada en el vecindario es que se confía demasiado en la regeneración natural y no se potencia la limpieza de los montes con ayudas o personal para ejecutar los trabajos: «Entre la madera quemada y la plaga natural de eucalipto los montes dan la sensación de abandonados, y eso que ya se quitaron muchos troncos, pero son insuficientes».

Comesaña, con el 100 % del monte afectado por los incendios, y rodeada por la VG-20 y el Álvaro Cunqueiro, intenta recuperar la normalidad. Enrique Lemos, un vecino que luchó con el fuego para no perder su casa, resume su visión de forma gráfica: «Falta vontade para entenderse entre as partes que teñen que solucionar o mal feito».