Vuelven las protestas por el botellón

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

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Vecinos y hosteleros de Vigo denuncian que la costumbre de los jóvenes de beber alcohol a altas horas de la madrugada en la zona del Náutico y la Alameda se ha acrecentado con el inicio del curso

24 sep 2018 . Actualizado a las 08:02 h.

Parecía que habían amainado, pero, al parecer, no era más que un espejismo. Las quejas por la práctica del botellón han resurgido con fuerza coincidiendo con el inicio del curso. Vecinos y hosteleros denuncian que tiene lugar durante todo el año, pero apuntan que «últimamente ha resurgido y los dos últimos viernes ha sido insufrible».

La costumbre de los jóvenes de beber alcohol en la calle a altas horas de la madrugada se extiende desde las gradas de A Laxe, en las inmediaciones de la estación de ría, y continúa por los jardines de las Avenidas (Montero Ríos) hasta la plaza de la Estrella (junto al edificio de la Xunta), además de la Alameda.

Los afectados no son únicamente los vecinos de estas zonas, sino también los de otras calles del entorno, como sucede en Carral. «Desde aquí escuchamos el ruido, bom, bom... Llega el jueves y ya empieza, pero el viernes es lo peor», comenta Maruja en una tertulia improvisada sobre el tema en mitad de la calle Carral. «Por las mañanas está la Alameda llena de bolsas, tenía que andar la policía por ahí y multarlos», añade Angustias, otra vecina. La más beligerante es María Jesús, quien no se cansa de denunciar la situación en los medios de comunicación. «Esto no solo es el ruido de sube y baja de la gente y el griterío, sino la porquería que dejan. Además, ahora son tres días, de jueves a sábado. Y por si esto fuera poco hay algún piso aquí cerca en el que también se monta fiesta», indica la vecina.

Las denuncias anteriores son corroboradas por Enrique Montenegro, presidente de la asociación de vecinos Elduayen, que abarca desde Montero Ríos al entorno de la Alameda: «La cosa sigue igual o más en estas zonas. No hay más que darse una vuelta a las seis o las siete de la mañana y ver cómo han dejado todo. Este viernes fue increíble en las Avenidas, estaban a rebosar. A partir del jueves, fiesta, son miles de chavales. Pasan todos con las bolsas de alcohol por Colón, Carral, República Argentina... Lo compran en establecimientos sin permiso, que no están controlados». Y lo peor, añade el representante vecinal, es que la mayoría de los que beben alcohol son menores de edad. «Y sin presencia policial. Los coches pasan cuando no hay gente, Puerto y Ayuntamiento no hacen nada. Esto es increíble que no se haga nada año tras año». Está convencido que si los vehículos policiales patrullaran por la zona habría más respeto, pero cree que de esta forma hacen lo que les da la gana.

El tema de ruido e inseguridad ha sido abordado por los vecinos en una asamblea, aunque de momento no han decido las medidas a adoptar.

Rubén Pérez, representante de la hostelería de la zona del Náutico, coincide en algunos aspectos con el anterior, como la presencia masiva de menores en el botellón. «A partir de las doce y media y hasta las tres y pico se llena esto. Aunque no es nuestro público, lógicamente perjudica la imagen de la hostelería», comenta. En ocasiones, dice, los jóvenes van con altavoces conectados a los teléfonos móviles con batería, lo que provoca más ruido.

«Hablamos con la policía autonómica para decirle lo de los menores y dijo que actuaría, pero no se mete en la calle, va más a los locales», apunta. Lo que sí detecta es la presencia disuasoria de la Policía Local.

La Autoridad Portuaria prometió hace dos años acabar con el problema

En noviembre hará dos años que la Autoridad Portuaria de Vigo prometió que acabaría con el botellón ante las quejas de vecinos y hosteleros. La idea era colocar carteles en los que se indicaría la prohibición. Esta medida se acompañaría de la presencia de la policía portuaria.

En enero del 2017 le siguió un segundo anuncio, que tampoco llegó a buen puerto, comunicando que se habían puesto en marcha las medidas antibotellón. Las sanciones por incumplir la prohibición podrían llegar a los 60.000 euros.

En noviembre de ese mismo año el presidente del Puerto, Enrique López Veiga, apuntó un nuevo plazo para acabar con esa práctica. Fijo el 2018, es decir, este año, aunque no concretó la fecha. A día de hoy, cuando apenas queda un trimestre para acabar el año, la situación se mantiene.

Para los vecinos y hosteleros de Vigo, el verdadero problema es la falta de voluntad de los políticos, así como el escaso diálogo, por no decir nulo, de las administraciones de distinto color político. Advierten que hasta que no ocurra una desgracia, como sucedió con el Marisquiño, no se tomarán cartas en el asunto y se permitirá su existencia, y lo que es más grave, dicen, con la presencia de menores consumiendo alcohol sin control.