Vocación docente hacia la canasta

Víctor Currás VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

La sección de Baloncesto del Colegio Apóstol lleva más de 40 años compaginando enseñanza y deporte

17 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas cosas pueden escapar de la influencia que ejerce el Colegio Apóstol Santiago en el barrio de Teis, y el baloncesto tampoco es una de ellas. Dentro de la oferta deportiva del centro, este club lleva más de 40 años formando en paralelo a los alumnos como deportistas y personas, según relata su coordinador Adrián Iglesias, que es también un buen conocedor del barrio al haberse criado en él.

Su vida en el baloncesto comenzó con siete años y le llevó a recorrer buena parte de los clubes de la ciudad:, con San José de la Guía, Los Sauces o Celta incluidos. Pero con 16 años se dio cuenta de que su pasión se podía juntar con su futura vocación, la docencia. Este graduado en Magisterio de Primaria inició su andadura como entrenador probando suerte en varios equipos.

Curiosamente, sería su primera entrenadora la que contactó con él para trabajar juntos en el Apóstol. Una rápida entrevista con el coordinador de deporte federado Rafael Loureiro sirvió para ver que encajaban a la perfección. Ambos compartían la misma filosofía, dando una mayor importancia a la mejora humana de los niños. Con dos equipos en su primer año acabó realmente contento, y optó por centrarse únicamente en el Colegio Apóstol pese a seguir en otros clubes.

En tan solo cuatro años no ha parado de crecer y asume ahora el cargo de coordinador de toda la sección. Aunque acaba de empezar la temporada con una mayor carga de trabajo, reconoce que está «muy ilusionado y agradecido por el voto de confianza». A su cargo tendrá a más de cien jugadores en nueve equipos, tres ellos directamente entrenados por él. La fórmula está clara: hacerles crecer como personas pero sin renunciar a la excelencia. «Competir es sano si es entre iguales», asegura Adrián Iglesias.

Flujo constante de niños

Una de las principales ventajas de estar dentro de la vida del Colegio Apóstol es el reguero continuo de niños que les llega. «Como mucho podemos no tener un equipo femenino algún año, pero siempre llegan niños», describe. Abarcan todas las categorías base desde benjamines, pero ya han iniciado unas escuelas para que con siete años los pequeños puedan iniciarse, por lo que «hay un bloque que se suele mantener año a año, que llegan incluso hasta júnior». Por encima de ellos, el equipo sénior que él mismo entrena juega en Tercera Autonómica. Para Adrián, este equipo se rige por unas dinámicas distintas al resto, ya que «son gente que viene a desconectar después de tener clase en la Universidad o al salir de trabajar».

Tras más de 20 años vinculado al baloncesto, Iglesias tiene claro que su vida gira alrededor del mismo. «Mis mejores amigos los he conocido en este deporte y es algo que quiero trasladar a los pequeños», transmitiéndoles «respeto y confianza hacia ellos mismos pero también con los otros equipos, que no son rivales sino compañeros». Entre sus mejores recuerdos de todos estos años, no se queda con títulos, como es habitual, sino con sensaciones y gestos al acabar los entrenamientos. «Había niños que al empezar la temporada no querían venir a entrenar porque no les gustaba, y al acabarla ya te decían que querían que llegara septiembre», relata con orgullo este profesional de la docencia. Desde luego, motivos sobran para estar orgullosos en el colegio en lo que a baloncesto se refiere.