Iluminar la sequía

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Las luces de Navidad aumentan el efecto invernadero, culpable de la falta de lluvias

19 sep 2018 . Actualizado a las 23:23 h.

Fueron las dos noticias de la semana: la próxima sequía y la iluminación navideña. Aparentemente no tiene que ver una cosa con la otra, pero en realidad sí, y mucho. Vamos primero con la sequía.

Según el Instituto Galego de Estatística la mayoría de los hogares de la provincia (un 76 %) tienen tres habitantes o menos. Paralelamente el Instituto Nacional de Estadística nos dice que el consumo medio de agua por habitante y día está en 132 litros. Esto quiere decir que en una vivienda de tres habitantes el consumo de agua sería de unos 11,9 metros cúbicos mensuales. Pero a esa misma vivienda le están cobrando 15 los consuma o no (en caso de dos habitantes, la mayoría según el IGE, serían 7 metros cúbicos mensuales no utilizados pero facturados). Como es un cálculo estadístico, y ya saben lo que dice la estadística si usted se come dos manzanas y yo ninguna, es sencillo aplicarlo al caso concreto: cada vivienda tiene su contador del agua (por cuyo alquiler también nos cobran, mucho). Fíjese lo que indica y compare la cifra dentro de un mes. Quizás comprenda porqué insistimos tanto en que la tarifa del agua sea por su consumo real y esa sí es la mejor medida para ahorrar agua.

En el otro extremo de la tubería está el embalse de Eiras, pero no olvidemos que hasta llegar allí al menos un 20% del agua se está escapando por la red de abastecimiento y esa es muchísima agua. El cálculo de agua almacenada sobre el que hacemos las previsiones es irreal. Treinta años de acumulación de áridos y lodos han reducido buena parte de sus originales 22 hectómetros de capacidad. Recuperarlos, e incluso aumentarlos en al menos un 10% es tan sencillo como, sin necesidad de vaciar la presa (y por tanto no jugarnos las reservas) hacer un buen dragado con draga flotante. Pero un dragado desde embarcación en una presa de abastecimiento tiene dos inconvenientes: por un lado remover los lodos aumenta la turbidez (uno de los parámetros de calidad del agua) y por otro el destino de las toneladas de lodos que se extraen. Ambas cosas tienen solución.

Contamos con un segundo embalse, Zamáns, que puede suministrar agua hasta que los lodos en suspensión vuelvan a sedimentarse y contamos, tristemente, con miles de hectáreas de montes quemados. Esas toneladas de lodos que en el caso de Eiras no incorporan contaminantes químicos en niveles significativos, son un extraordinario fertilizante natural. No hay que irse muy lejos de Eiras, apenas unos centenares de metros, para encontrar centenares de hectáreas de suelo forestal que necesita urgentemente el aporte de un sustrato fértil para regenerarse. Ese aporte vital está allí mismo, en el fondo de la presa.

En menor cantidad, pero significativa, anotemos las fuentes ornamentales (algunas siguen siendo de ciclo abierto), el millón y medio de litros diarios de baldeos que ahora se suprimen pero que no se descartan definitivamente o preguntar a los bomberos si existen (claro que existen) bocas de riego más eficientes que aumentan la presión reduciendo el consumo.

Cambio climático

Seguimos descartando tomar estas medidas. Las más sencillas, las más inmediatas, las más baratas y las de menor impacto ambiental. Y lo peor es que seguimos sin saber el motivo de descartarlas.

Así llegamos a las luces navideñas. Afirma el alcalde de Vigo que el consumo de la iluminación ornamental, envidia del mundo, será irrelevante. Este anuncio coincide, que ya es mala suerte, con la noticia del precio de la electricidad en máximos históricos. Quizás no sea tan irrelevante el coste. Cierto que una bombilla LED es más eficiente pues consume menos para producir la misma luz, pero no hablamos de una, hablamos de nueve millones. Hacer el cálculo del precio kilovatio/hora multiplicado por esos nueve millones de luces es sencillo (y la cantidad no es precisamente pequeña) pero para el tema que nos ocupa aplicaremos otro indicador: su incidencia en el cambio climático. ¿Por qué este indicador? Porque aquí llegamos a la relación que decíamos al principio: el cambio climático es el argumento de fondo que desde el Concello se utiliza para exigir medidas contra la escasez de agua.

Entre el 40 % y 65 % de la electricidad que consumimos en Vigo, y el porcentaje aumenta precisamente en función de la sequía, procede de las centrales térmicas de carbón, las mayores responsables a nivel autonómico de la emisión de gases de invernadero que provocan ese cambio climático del que uno, solo uno de sus efectos, es justamente la sequía.

Pues bien, la luminosa navidad de Vigo contribuirá como mínimo con unas 600 toneladas extras de dióxido de carbono a aumentar el problema que simultáneamente pretendemos mitigar, en sus efectos, mientras seguimos incrementando sus causas.