Los heridos de O Marisquiño rehacen su vida

A. martínez / L. C. Llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Las víctimas del desplome del muelle se sacuden el susto retomando aficiones y vida social

20 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los 467 heridos en el accidente de hace una semana en el muelle situado junto al club Náutico de Vigo tratan de superar el impacto emocional y las lesiones sufridas. No las olvidan y, por eso, acuden a cuentagotas a las comisarías para denunciar. Al menos 50 damnificados lo han hecho. Es el caso de Claudia Rodríguez, que entró en las dependencias policiales de Vigo con collarín y muletas recordando el enorme «susto» que le supuso el accidente.

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Salvo tres personas que continúan ingresadas, dos en Vigo y una en Santiago, el resto se incorporan a sus rutinas y aficiones y comienzan a quedar con sus amistades. Así, Antía Soliño era el sábado una aficionada más en Balaídos. Ella acudió al estadio para ver el comienzo de la Liga vestida con una camiseta del Celta. El escudo lo lleva también tatuado. La única diferencia con otros partidos a los que asiste es que en esta ocasión iba en silla de ruedas a consecuencia del percance sufrido al hundirse la plataforma. Antía Soliño estudia Relaciones Internacionales en la Complutense y durante la época estival regresa a su domicilio de Cangas. El fatídico domingo viajó desde O Morrazo con un amigo hasta Vigo para ver la actuación del cantante mallorquín de rap Rels B. «Me puse en ese lugar (que luego se hundió) porque parecía el menos agobiante. Era la zona más despejada».

A mitad de la segunda canción el suelo donde estaba se hundió. «Se escuchó un ruido. Me vi abajo. Estaba en shock. No gritaba. El agua no me cubría, pero tenía una pierna mojada y la derecha pillada entre los escombros. Dos chicos tiraron de mí. Me agarré y me gritaron ‘rápido, que se va a seguir cayendo’. Luego me trasladaron en coche a Povisa». Va a estar escayolada un mes, pero tiene claro que va a seguir con su vida. «No voy a dejar de hacer cosas, pero el susto está ahí», señala.

Daniel Fariña, de 18 años, recuerda que «íbamos como a una fiesta cualquiera, a pasárnoslo bien. A veces la gente bebe, pero nunca piensas que se va caer el suelo. Estaba lleno de gente. Hubo un momento en que el rapero pidió que saltásemos, empezamos a saltar todos porque nos lo pasábamos bien. Empezamos a oír chasquidos. En ese momento me dije: ya no hay suelo. No es que fuera poco a poco, es que de repente se vino todo abajo. Entré en shock y me dije: aquí llegué, muero aquí y punto. Hasta que volví a recuperar la conciencia, no me acuerdo absolutamente de nada. Empecé a sentir la presión de mucha gente encima de mí. No sabía qué acababa de pasar. Escuchaba muchos gritos. Notaba falta de aire, me hice una pelota y la gente me pisaba por encima. Me centré en respirar y no agobiarme porque sabía que si tenía un ataque de ansiedad ponía mi vida en peligro. Tuve suerte donde caí porque se hizo como una uve. La plataforma quedó como un libro abierto. Cuando conseguí salir empece a ayudar a gente a mi alrededor. Había muchas personas sangrando, sobre todo chicas. Me encontré a una amiga llorando con el pie roto y me centré en cogerla y llevármela de allí», relata. Luego fue al médico y le dieron un parte de lesiones: esguince, raspadura y una contractura en la espalda «que me empieza a doler».

Madrid Arena

Irene Martínez, una joven de Cangas, sufre algunas lagunas en la memoria, pero, como otras víctimas, recuerda que «sentía presión en el pecho. Me acordé del Madrid Arena. Pensé: me voy a morir, espero que pase rápido. Venía un contenedor hacia mí a toda velocidad pero un chico lo frenó. No sé como subí. Me vi gateando. Seguimos con miedo en el cuerpo de haber visto la muerte tan cerca», asegura.