En el sector hay otra tendencia que se afianza cada vez más. El «cerrado por vacaciones» que hasta hace unos años solo se veía en las grandes ciudades, es cada vez más común en Vigo. Los establecimientos, sobre todo tiendas de alimentación y hostelería que antes, como mucho, bajaban la persiana durante el puente del 15 de agosto enlazando con San Roque, ahora se van un mes o más.
César Ballesteros indica que se debe a que «era un sector poco profesionalizado, muy familiar, acostumbrado a sufrir, y si no facturas, te quedas más horas. Se vivía en el negocio». Muchas de esas empresas ya no cuentan con el respaldo familiar, con herederos que continúen por la misma senda. «Pagar empleados ya no compensa. Si haces cuentas, cuesta más tener abierto que cerrar. Ya no se puede competir con ese coste sin coste de toda la familia trabajando gratis», reconoce.