«Nos tratan como bichos, aquí hay niños»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

60 familias de feriantes de Bouzas y Coia acampan bajo un puente de la VG-20 en Navia

13 jul 2018 . Actualizado a las 08:00 h.

A media tarde, el campamento está casi desierto pero bien vigilado por perros atados a las autocaravanas. A la entrada, un matrimonio madrileño pone orden entre sus hijos pequeños que corretean entre los cables y mangueras salpicando con una pistola de agua al periodista. El padre ríe la travesura del pequeño: «Tienes la cara llena de agua»

Entre 50 y 60 familias con niños duermen bajo un puente de la VG-20. En pleno paseo del río Lagares, en San Paio de Navia, están acampadas los feriantes que han instalado hace unas semanas sus puestos y atracciones de feria en las fiestas de Bouzas y Coia. Están descontentos porque el Concello les cedió otro año más unas explanada de tierra, lindante con matorrales y foresta silvestre de hábitat pantanoso, para aparcar sus autocaravanas, camiones y furgonetas. Es gratis pero carece de servicios básicos e insalubre, sin canalizaciones para verter sus aguas residuales y fecales que generan cada día. Tampoco tienen donde tirar la basura, el contenedor más cercano está a cientos de metros y el agua hay que ir a buscarla lejos. Reclaman un recinto acondicionado «como en toda España».

Estos profesionales ambulantes se quejan de que carecen de tomas de luz y agua, farolas, alcantarillado, contenedores de basura, vigilantes de seguridad y pavimento de cemento con las parcelas pintadas. Al contrario, viven en plena jungla rodeados de serpientes, mosquitos y barro. A pesar de las promesas, año tras año, del Concello de que iba a mejorar la zona de acampada, no se aprecian ninguna instalación básica. «Estamos pagando por la licencia para las atracciones de las fiestas, aquí vivimos gratis pero también pagamos impuestos, no puedo permitir pagar un hotel ni una plaza de párking», dice una feriante.

Entre los más indignados está la familia madrileña. «Nos tratan como bichos, como perros, esto no pasa en ningún lugar de España. Somos personas, no animales, aquí hay niños pero hay la peste», dice la madre de dos pequeños que juegan a salpicarse junto a un cachorro al lado de su camión. Llevan dos semanas acampados. Una lavadora funciona a pleno rendimiento gracias a que una red de mangueras.

Su marido, José Antonio Molina, está sentado ante una mesa de plástico de cámping y añade: «En Vigo, lo que se necesita es un recinto para la caravanas, como en Pontevedra, en las fiestas de la Peregrinas, con suelo de cemento, desagües, cuadros eléctricos y bocas de agua. Aquí no hay la menor comodidad».

Se coló una serpiente

Molina asegura que hace poco se coló una serpiente de un metro de largo en el campamento y la capturaron. «No tenemos servicios para los niños, la luz hay que ir a buscarla a 200 metros de aquí con las mangueras, ni hay desagües para echar las aguas residuales ni hay nada de nada. Yo cambio una noche a cualquier vigués para que él duerma aquí y yo en su casa para que note la diferencia», insiste.

Molina cuenta que, por la noche, caminan por el campamento con linternas porque el Concello tampoco ha instalado focos ni alumbrado. «Solo quieren la pasta los de Vigo», afirma. Y en Bouzas y Coia tienen problemas con el suministro de luz y que deben usar grupos electrógenos.

Otra usuaria abre la puerta de una caravana para tender la ropa y también se queja: «Esto es horroroso, estamos en un terreno todo de tierra».

Otra feriante de Salamanca llamada Lina atiende su colada a la salida de la autocaravana y comenta que en otros lugares como Madrid, Barcelona, Bilbao, los ayuntamientos ponen a disposición de los feriantes unas explanadas bien acondicionadas y asfaltadas con todos los servicios básicos. «Llevamos años aquí, hay familias sin desagües, lo de Vigo no pasa en ningún lugar de España, lo veo porque cada año doy la vuelta al país. Hay que ser un poco humano», dice. Esta autónoma pide mayor organización y seguridad en el campamento. «Llegas aquí a las cinco de la madrugada y ves todo ocupado. Hace falta alguien que dirija y guardias de seguridad para los robos», afirma Lina.

Estas quejas se repiten cada verano a pesar de que están pagando al Concello sus cuotas.