El barco de la imaginación

VIGO CIUDAD

cedida

Vigo acoge la mayor maqueta del Saint Michel III, el yate en el que Verne visitó la ciudad mientras escribía «Un capitán 15 de años»

08 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el barco de la imaginación. Porque a bordo escribió Jules Verne algunas de sus novelas. Y en él llegó a Vigo en 1878 y 1884. Ahora, la mayor maqueta del mundo del Saint Michel III puede verse en la exposición sobre Verne en el museo Marco hasta el próximo 16 de septiembre. El modelo es obra del maquetista gallego José Rodríguez Fernández y mide cuatro veces más que el que se expone en el Museo Verne de Nantes. El original fue el mejor buque que Verne tuvo en su vida y encierra varias historias interesantes. 

Verne era desde muy crío un apasionado de los océanos. «¡El mar lo es todo! Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre nunca está solo, pues siente estremecerse la vida en torno a sí mismo. El mar es el vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y amor; es el infinito viviente», afirma el capitán Nemo en 20.000 leguas de viaje submarino.

De niño el escritor se emocionaba con el espectáculo del movimiento portuario de Nantes. Una leyenda afirma que intentó fugarse como polizón a bordo de un mercante, La Coralie, pero hace años que se sabe que esta historia es una fake news, redactada por la primera biógrafa del escritor. Lo cierto es que Verne sí quiso ser marino, aunque su padre lo obligó a estudiar leyes. Pero, en cuanto obtuvo éxito con sus primeras novelas, invirtió dinero en barcos.

Se estrenó con el Saint Michel I, un pequeño pesquero, reconvertido en yate al dotarlo de una cocina y un camarote. Se trataba de una sencilla embarcación, de unos 9 metros de eslora, cuya modestia describe el propio Verne en una carta: «Es solo un barco de pesca simple… un carpintero de Le Crotoy lo completó con una cocina delante y una recámara detrás».

A bordo del Saint Michel I, Jules Verne recorre las costas de Francia y, lo que es más importante, convierte en gabinete de escritura su propio camarote. De estas pequeñas singladuras de cabotaje saldrán las mejores páginas de 20.000 leguas de viaje submarino. Así lo afirma en una carta que dirige a su editor, Hetzel: «Estoy mojado y frente a las costas de Gravesand en el momento en que le escribo, y he finalizado aquí el primer volumen de Veinte mil leguas de viaje submarino, como si estuviera en mi casa. ¡Es algo maravilloso!»

Poco después, Verne ve como el Saint Michel I es requisado por el gobierno francés para que participe como guardacostas en la guerra franco-prusiana, que comienza en julio de 1870. El cañón que le fue instalado era tan herrumbroso que solo servía para tirar inocentes salvas, en caso de avistar un buque enemigo.

Ocho años después compra su segundo barco, el Saint Michel II, construido en los astilleros de Abel Le Marchand en Le Havre. Con el nuevo yate, más cómodo, de 19 toneladas, con 13 metros de eslora, hace algunas travesías y avanza en su novela Miguel Strogoff.

ero en apenas un año, ya necesita un yate mayor y se entera de que el marqués de Préaulx tiene a la venta el Saint Joseph, un lujoso yate recién botado. En cuanto ve la embarcación, se enamora de ella y paga la abultada cifra de 55.000 francos.

El barco es bautizado como Saint Michel III y se encuentra a la altura de los sueños del escritor, con sus 38 toneladas y sus 31 metros de eslora. «¡Pero qué barco, y qué viajes en perspectiva!», escribe a Hetzel, «¡El Mediterráneo, el Báltico, los mares del Norte, Constantinopla, San Petersburgo, Noruega, Islandia, etc., y para mí, qué campo de impresiones y de ideas».

De Nantes a Brest realiza la primera excursión de prueba a bordo del Saint Michel III, yate que combina la vela y el potente motor de una máquina de vapor. En su interior, va lujosamente equipado, con cocina, cómodos camarotes y un salón con muebles de caoba cuyos divanes se convierten en literas. Por fin, en la primavera de 1878, Verne se decide a acometer su primer gran viaje, que será el que le lleve a la bahía de Vigo.

Durante la travesía, Verne va escribiendo dos nuevas novelas: Héctor Servadac y Un capitán de quince años. Sí, este dato es interesante: pasajes de estas novelas fueron escritos en la ría de Vigo.

En contra de lo que muchas veces se ha publicado, Verne nunca se alojó en Vigo ni en 1878 ni en 1884. El Saint Michel III, con sus 31 metros de eslora y con 10 tripulantes, incluyendo cocinero, era el mejor lugar para pernoctar, por encima de cualquier hotel o casa particular.

Tras varios años de navegación, Verne vendió el St. Michel III, al parecer por razones económicas. La mayoría de los biógrafos vernianos coinciden que el yate fue vendido el 15 de febrero de 1886, por la cifra de 23,000 francos, al príncipe Nicholas de Montenegro, sin embargo, algunas investigaciones recientes han señalado que mucho antes de que Nicholas poseyese la embarcación ya había pasado a otras manos.

El final del buque no se conoce. Se sabe que se llamó luego Sybila, Sokol (halcón) y finalmente Toto. Su última pista se pierde en Croacia, en puertos del Adriático. Pero su leyenda continúa viva. Por ejemplo, en la exposición de Verne en el museo Marco de Vigo, donde está la mayor maqueta del mundo del barco donde viajaba la imaginación.