Las aguas de Bouzas como punto de partida

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Marcos Canosa

Más de un centenar de socios forman parte del Kayak Vigo, que combina aguas tranquilas y mar abierto

25 jun 2018 . Actualizado a las 12:35 h.

La playa de Bouzas es la puerta de entrada al Kayak Vigo. Allí es donde enseñan a los más pequeños y de donde parten los entrenamientos de los mayores. El punto de partida de un club que lleva más de una década en funcionamiento y que opera bajo la dirección de Emilio López, un marino nacido en A Fonsagrada, pero que cuando daba sus primeros pasos ya se trasladó a Vigo. El mar, del que ha hecho su profesión y al que profesa devoción, le aguardaba.

El piragüismo de aguas tranquilas y el kayak de mar son las especialidades del club vigués. Con el primero trabajan sobre todo con los más jóvenes, mientras que muchos adultos prefieren las travesías y las competiciones en mar abierto. A día de hoy, la familia del Kayak Vigo la integran unos 110 socios de los que la mayoría son niños entre 9 y 12 años, unos cuarenta. ¿Y qué tiene la disciplina para atraer en verano e invierno a tanto practicante? Emilio tiene la clave. «O primeiro, o contacto coa natureza, co mar. A todos os nenos lles chama a atención. Logo, por exemplo facemos iniciativas que lles gusta, como levalos a Samil a todos de excursión, algo especial para eles. Hai uns días veu o instituto de Coia facer unha actividade, eran 15 nenos e tiveron a sorte de que se meteron nun círculo de delfíns que estaban comendo. Os profesores comentaban que era a primeira vez que os vían tan calados», relata.

Estar al aire libre, en contacto con el mar, es un argumento de peso. Lo mismo que la diversión y la competición. Pero para disfrutarlo, primero hay que conocerlo, y la estrategia del Kayak Vigo para llegar a la gente es simple: dejarse ver. «Traballamos en bautismos de mar en centros escolares, pero despois é o boca a boca o que realmente funciona. Uns nenos ven a outros en Bouzas, ven que desfrutan, e atráeos. Os rapaces falan de piragüismo na clase e veñen os amigos e compañeiros», explica el presidente del club.

El Kayak Vigo intenta que sus miembros tengan todas las facilidades, por eso les dan tanto la piragua como el chaleco. A los que disponen de su propio barco, les ofrecen un sistema de guardería que permite guardarlo en sus instalaciones. A partir de ahí solo se necesitan ganas.

«Para nós a tempada é practicamente de novembro a setembro. Cando veñen nenos novos reciben unha atención especial mentres non se integran no grupo xeral. E cos adultos pasa o mesmo, moitas veces vén xente de 40 anos e seguen o mesmo guión. Ao principio navegan na praia, logo vanse integrando en grupos e van saíndo», explica Emilio López del proceso de aprendizaje.

Lo primero, saber caer

¿Cuál es el primer paso para aprender a navegar con la piragua? Saber caer, y esa es la lección inaugural que Celestino David García y Darío Thiago López, los dos entrenadores del club -a los que se suman otros monitores cuando es preciso-, explican a sus pupilos. «O primeiro é ensinarlle a técnica e que collan seguridade. Nós basicamente o primeiro que lles explicamos é a saber caer, e se non caen á auga, tirámolos para que perdan o medo a caerse e que vexan que é moi sinxelo volver ao barco se teñen a técnica adecuada ou axuda. Traballamos moito a seguridade, o autorescate e a técnica de remar, que aínda que parece sinxela, é bastante complicada».

A partir de ahí, a base de dedicarle horas y ganas, tanto adultos como niños van evolucionando y se adentran en el mundo de la competición, algo que hacen a partir de los siete años y que les aporta nuevos alicientes.

La playa de Bouzas, con sus aguas tranquilas, es el lugar en el que acostumbran a trabajar los más pequeños, mientras que los adultos generalmente salen a navegar por la ría. Habitualmente lo hacen en grupos. «O típico é saír de Bouzas, ir a Toralla e volver, son 10 quilómetros e é un adestramento típico dun día calquera». Una distancia que, asegura Emilio, no es demasiado larga para un practicante habitual, ya que las pruebas de kayak de mar suelen manejar distancias que van de los diez a los 18 kilómetros. Muchos metros para el común de los mortales, solo aptos para los iniciados.