La nueva plaga que se avecina

antón Lois VIGO / LA VOZ

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Antón Lois

El insecto de pequeño tamaño ha colonizado el 90 % de los bosques de castaños en solo cuatro años

25 jun 2018 . Actualizado a las 12:35 h.

Se llama Dryocosmus kuriphilus o lo que es lo mismo, si disculpan la expresión: éramos pocos y parió la avispilla del castaño que es, de momento, la última especie exótica invasora que se incorpora a nuestro extenso catálogo y que ya tenemos en Vigo.

Nuestra amiga es originaria de China y en 1941 empezó su viaje en Japón, se detectó en América en 1974 y llegó a Europa (concretamente a Italia) en 2002. Su primera cita en la península, en el 2012, se localizó en Cataluña y a partir de entonces se fue expandiendo hasta que por fin, en el año 2014 aparece en la parte oriental de Galicia. En solo cuatro años llegó a la costa atlántica colonizando prácticamente el 90 % del territorio. Su llegada y expansión era previsible, es decir, que se podía (y debería) haber previsto.

Son tan pequeñitas (menos de tres milímetros) que cuesta verlas pero aquí están para quedarse. Su descripción es sencilla: rechonchitas, con el cuerpo negro y patas amarillas. Sus larvas son un poquito más pequeñas cuando alcanzan su máximo desarrollo y son blancas, sin patas y prácticamente ciegas.

Nuestras amigas son así, amigas, todas hembras, pues nunca se localizó un macho de esta especie. ¿Y cómo es posible que se reproduzcan? Pues por el fascinante proceso asexual de la partenogénesis que consiste básicamente en el desarrollo de un embrión sin la fertilización previa del óvulo femenino. Si prefieren una versión cinematográfica, la partenogénesis fue el fundamento científico que provocó el desmadre de los dinosaurios del Parque Jurásico de Steven Spielberg, ya saben «la vida siempre se abre camino». Dicho de otra forma, y si nuevamente disculpan la expresión, quizás hace muchísimos años un señor avispillo se tiró el polvo del siglo, literalmente, y ahora todas las avispillas le agradecen el detalle a título póstumo.

De esta forma cada hembra de avispilla, que vienen siendo todas, deposita más de doscientos huevos en los brotes de las hojas de los castaños, y a partir de esa puesta inicial cada nueva avispilla hará lo propio exponencialmente. En el proceso debilitarán al árbol por el sobreesfuerzo de desarrollar las múltiples tumoraciones de las agallas en las que se desarrollan las larvas de nuestras primas y lo convertirán en vulnerable al resto de sus enemigos autóctonos de hongos, insectos y factores climáticos. Es la tormenta perfecta.

El uso de pesticidas es ineficaz para controlarlas, empezando porque se tendría que afinar mucho el momento exacto para su aplicación, apenas unos días, en el que las larvas salen de su agalla protectora. Las podas selectivas podrían haber solucionado algo, si se hicieran cuando se localizó por primera vez. Como solución extrema estamos introduciendo a su depredador natural, otra avispilla del género Torymus que parasita sus larvas para iniciar la lucha biológica, o lo que es lo mismo: otra especie exótica más que introducimos sin saber bien qué posibles consecuencias tendrá a largo plazo en el conjunto de nuestros ecosistemas.

Como suele suceder, siguiendo al pie de la letra el manual de lucha contra las especies exóticas invasoras al revés, empezamos a tomar medidas cuando ya es demasiado tarde. Muy probablemente podemos aspirar, como mucho, a contener esta invasión biológica, pero perdimos la oportunidad de eliminarla cuando se detectó por primera vez su presencia en un área abarcable.

Si a la Dirección Xeral de Conservación da Natureza de la Xunta le importase al menos un poquito eso, la conservación de la naturaleza, podríamos haber tomado medidas a tiempo, y si a la responsable de Medio Ambiente del Concello de Vigo le importase al menos un poquito eso, el medio ambiente de Vigo, podríamos haber hecho lo propio en Vigo.

Culpar a la Xunta

Al responsable de Parques del Concello suponemos que, al igual que cuando se le advirtió (con tiempo) de la llegada del picudo de las palmeras, le seguirá dando la risa y estará esperando, como en el caso anterior, a ver al 95% de los árboles arrasados para empezar a culpar a la Xunta, que a su vez culpará al Concello y así, en bucle, seguirán los unos y los otros cobrando un dineral público en dedicaciones exclusivas como recompensa a su combinación de incompetencia y desidia.

Las especies exóticas invasoras muestran una vez más ser más eficientes, ágiles en reaccionar y trabajadoras que quienes tienen la obligación de combatirlas. Y así es difícil ganar.

La avispilla del castaño se está combatiendo con otro depredador que parasita sus larvas

La plaga llegó a Cataluña en el 2012 y se ha ido extendiendo hasta llegar a Vigo