Las graduaciones de estudiantes se convierten en un negocio emergente

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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Las celebraciones se extienden a todas las etapas de enseñanza en la actualidad, desde infantil a la universidad

18 jun 2018 . Actualizado a las 11:59 h.

Las graduaciones no solo ya no son exclusivas de la universidad, sino que han ido adquiriendo tal auge que se han convertido en un negocio emergente para diferentes sectores. Los jóvenes acostumbran ahora a vestirse de etiqueta, hasta el punto de que en ocasiones se les confunde con invitados de boda en la entrada de los hoteles, donde acostumbran a celebrar las cenas. Las graduaciones de instituto no tienen mucho que envidiar, mientras que en infantil y primaria hacen sus pinitos.

Una fiesta universitaria de este tipo supone un gasto medio de cien euros por estudiante, al margen de lo que inviertan los familiares que asisten a los actos, según indica María Losada, graduada este año en la Escuela de Telecomunicación. Ello incluye traje, peluquería, cena y copas. «Hay gente también que se arregla con la mitad, si no tiene que comprar ropa ni va a la peluquería. Entre la orla, cena y banda puede quedarse en 50 euros», añade. Su compañero de estudios, Abel Blanco, tiró de traje de fin de año para no gastar tanto. La cena la organizaron en el Hotel Ciudad de Vigo por 28 euros. El director del establecimiento comenta que, efectivamente, las graduaciones se están convirtiendo en un nicho de negocio más. Lo mismo comentan en tiendas de ropa, como Mango y en la de bisutería Bijou Brigitte. «Lo que más vienen a comprar son colgantes y pendientes, son universitarias o van a entrar en la Universidad», explica María Luz en este último local.

Otro de los sectores que han visto repuntar este tipo de clientela es el de peluquería. «Empezó el año pasado, pero este año es el que hemos tenido más. Se arreglan mucho, como para una boda, a veces informal pero arreglado. Algunas incluso se maquillan. Las que más vienen son universitarias, de bachiller no se arreglan tanto, y lo que más piden son recogidos», comentan Sonia García y Remi Iglesias, de Shopimagen.

Los profesionales de la fotografía perciben el auge de las ceremonias estudiantiles. «Antes había solo orlas, pero ahora se han sumado las graduaciones, han adquirido mucho furor. Es un campo más de trabajo y para nosotros supone un impulso», apunta José Gorís, de Vilux.

Entre las graduaciones universitarias con más nombre figuran las ingenierías, en especial las de Industriales y Telecomunicación. A las celebraciones de final de grado se suman en la actualidad las de máster.

Nada que envidiar tienen las fiestas de final de bachillerato. Es el caso de la que tiene lugar en el instituto Santa Irene. Mensajes de bienvenida, discursos, actuaciones musicales, entrega de diplomas, pinchos y cena en un hotel de la ciudad. «Lo que más me gustó fue cuando nos iban llamando, pasábamos delante de todo el mundo y saludábamos. Hicimos muchas fotos con los móviles, había una especie de fotocol. Después algunos se fueron a cenar y otros, como yo, nos fuimos por nuestra cuenta», explica Elia Conde, una de las alumnas graduadas. Reconoce que, en general, la gente se gastó mucho dinero, aunque no fue su caso. «Pensaba gastar 50 euros, pero como no encontré nada que me gustase en las tiendas, me puse un vestido de mi madre», añade.

También en el colegio Los Sauces celebran por todo lo alto cada final de etapa, desde infantil a segundo de bachillerato. Discursos, entrega de becas y de detalles, reconocimiento de matrículas de honor, vídeos, música, pinchos y como colofón, cena. «Les gusta mucho arreglarse, para ellos es una ocasión especial», comenta el jefe de estudios, Manuel Alonso.

Otros colegios de infantil y primaria emulan esta tradición, como el Canicouva, el Celso Emilio Ferreiro y el Doctor Fleming. Los escolares recogen su orla y celebran con profesores y familiares el fin de curso con actuaciones y aperitivos.