«Estuve tres años de voluntaria y esta vez dije: ?Habrá que meterse al agua?»

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

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Agurtzane Domingo debuta a los 54 años en la travesía a nado de las Cíes a San Simón; su marido Eduardo Porset va por la cuarta

16 jun 2018 . Actualizado a las 22:20 h.

Agurtzane Domingo y Eduardo Ponset son un matrimonio de Algorta, en Getxo, que hoy se enfundarán el neopreno para sumergirse en las aguas de la ría de Vigo en una batalla muy especial, la de Rande. Una travesía a nado que une los 27 kilómetros que distancian las Cíes y San Simón y que casi un centenar de valientes llegados de diversos puntos de España y Europa se atreverán a recorrer a brazadas. O, como mínimo, a intentarlo. Porque la distancia, las corrientes y la temperatura no van a ponérselo fácil.

El amor entre Agurtzane y Eduardo nació en una piscina. «De jóvenes los dos eramos nadadores. Yo lo dejé hace treinta años, pero mi marido siguió haciendo waterpolo», cuenta ella. Pero las aguas mansas se quedaron pequeñas para Eduardo, y hace una década se adentró en el mundo de las travesías y las aguas bravas. Agurtzane lo animaba, pero como espectadora, hasta que por una apuesta se vio de nuevo sumergida en la piscina y hace cinco años encaró su primera distancia mayúscula. «Fuimos a Santa Pola, a una de travesía 5,9 kilómetros y a partir de ahí me enganché. Luego llegó el desafío Islas Cíes con sus 10 kilómetros, y fui aumentando». El año pasado, con 53 años, se atrevió a unir Sálvora y Arousa nadando, y esta mañana le tocará, junto a su marido, la ría de Vigo. «Estoy súper nerviosa porque es una travesía muy diferente. Cuando voy a otras, solo pienso en llegar hasta donde pueda, pero en esta no. Esta quiero acabarla, porque es muy especial para mí, y basta que tenga tantas ganas, para que se complique».

Fue Eduardo el primero en recoger el guante de la Batalla de Rande. Hace unos años, junto a unos amigos, montó un grupo de nadadores llamado Ur Irekiak Galea, y en la edición del 2015, con 51, participó por primera vez en la travesía de la ría. Agurtzane le acompañó y colaboró con la organización, y desde entonces el gusanillo de zambullirse en la prueba le ha rondado por la cabeza. «Estuve tres años de voluntaria disfrutando muchísimo y este año dije: ‘Habrá que meterse al agua’».

Eduardo fue el primero en animarla, aunque admite que ya tenía muchas ganas. «Me atrae todo, comenzando por el entorno. La ría de Vigo la conozco y le tengo mucho cariño, y luego la Batalla de Rande es de las travesías más duras que hay, es un reto tras tres años de voluntaria. Los dos últimos ya me daba un poco de envidia ver a los del agua», así que esta vez será protagonista vez de espectadora, dice la nadadora.

Un reto emocionante

Agurtzane está expectante por vivir el momento de pasar bajo el puente de Rande. «Va a ser una pasada», augura la vasca, cuyo deseo es lograr recorrer los 28 kilómetros de la travesía y alcanzar San Simón junto a los suyos. «Encontrarme en la meta con mi marido y con los compañeros es una gozada», dice por experiencias previas.

Estar hoy en la arena de salida de Cíes no está al alcance de todo el mundo. La organización habilita un centenar de plazas y en esta ocasión hubo más de 150 candidatos de los que la mitad no cubrieron el currículo que acredita su experiencia nadando y en aguas abiertas. Porque recorrer a brazadas 28 kilómetros no es para todos.

En el caso de Agurtzane, sin ir más lejos, en los últimos tiempos ha multiplicado sus horas de piscina y también ha entrenado en el mar. «Incluso he hecho alguna burrada del estilo 15 kilómetros en la piscina», desvela. Mucho trabajo oscuro que Eduardo entiende mejor que nadie. «Que tengamos la misma afición es un privilegio». Hoy lo demostrarán en la batalla de Rande.