«Hay un antes y un después en la medicina de Vigo con Lanzós»

La Voz

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El urólogo presenta hoy, a las 19.30 horas en La Casa del Libro un estudio profundo sobre el impulsor de la sanidad civil municipal

18 jun 2018 . Actualizado a las 18:00 h.

Vigo tiene una deuda con Enrique Lanzós Sánchez, el médico que puso en marcha la sanidad civil municipal a finales del siglo XIX. Ahora, Fernando Domínguez Freire, urólogo en el Hospital Cunqueiro, acaba de publicar un libro, De la antisepsia a los Pabellones Sanitarios (Instituto de Estudios Vigueses), en el que no solo se aproxima a la figura de este médico sino que muestra la entrada de la medicina moderna en Vigo.

-¿Qué le llevó a afrontar un trabajo de cuatro años en torno a este personaje?

-Fue a raíz de una reseña de prensa de 1884 en la que se aludía a una talla vesical, intervención proscrita en el juramento hipocrático destinada a extraer cálculos en la vejiga. No era habitual entonces y siendo yo urólogo me llamó la atención. Cuando empiezo a interesarme por su autor, me doy cuenta de que hay un antes y un después en la medicina de Vigo con Lanzós.

-¿Por qué lo dice?

-Coincide en esa época que vivió, el cambio el siglo XIX al XX, cuando se produce un progreso extraordinario en la medicina de la mano de la antisepsia y la anestesia. Él fue un pionero en Galicia en ambos campos; accedía a la cavidad abdominal como no se había realizaba hasta el momento, y lo hacía de forma sistematizada.

-¿Cómo se refleja eso en la vida sanitaria viguesa?

-Monopolizó la sanidad de Vigo porque fue el director médico de los primeros hospitales civiles municipales, como el Hospital Elduayen y, después, los Pabellones Sanitarios. Pero, además era el jefe sanitario de la compañía ferroviaria y practicó la medicina en su consulta privada, pero es que además era el subdelegado de Sanidad de las Juntas Locales. Era el interlocutor más válido en todas las cuestiones o crisis sanitarias que afectaron a Vigo.

-¿Por qué quedó un oculto en la historiografía viguesa?

-Era muy discreto y huía de los actos sociales. Tampoco participó en ninguna sociedad local, ni se metió en política. Ejercía a modo de sacerdocio la praxis médica. Puede que ese fuese el motivo del olvido. Sin embargo, sus contemporáneos sí que le dieron importancia y su fallecimiento fue todo un acontecimiento social.

-Pero, tampoco hay ninguna calle que le recuerda.

-Se le prometió dar su nombre a los nuevos pabellones sanitarios, pero no se hizo. Hubo una iniciativa de los ferroviarios para dar su nombre a la plaza de la estación, pero tampoco se cumplió. El único reconocimiento es la presencia de su retrato en la dirección del Hospital Nicolás Peña, y hay mucha gente que cree que se corresponde con el propio Nicolás Peña.

-Este libro es el primer trabajo sobre la entrada de Vigo en la medicina moderna. ¿Fue algo consciente o era inevitable al hablar de este personaje?

-El estudio iba a conformar mi tesis doctoral. Me di cuenta de la injusticia del olvido de este hombre y por eso quise vincularlo a una institución local como el Instituto de Estudios Vigueses. Inevitablemente, siendo el primer director médico de los hospitales civiles municipales era obligado estudiar esos orígenes. Por otro parte, estudiar esos orígenes, las patologías de esa época y los primeros especialistas da dinamismo a la obra.

-¿Vigo está en ese momento a la altura de la sanidad contemporánea?

-Cuando llega Lanzós, la situación era paupérrima en cuanto a recursos materiales. Solo estaba la Casa de la Caridad y las instalaciones militares. Con Lanzós llega el hospital y su filtro inicial que era el cuarto de socorro, y después empiezan a aparecer los primeros adelantos, como los primeros especialistas y los primeros medios de diagnóstico, como son los equipos de radiología y los laboratorios. Pero paralelamente, había en Vigo una serie de profesionales bien formados pero que actuaban en sus despachos privados.

-¿Era un filántropo?

-Sí, así lo identifica José Espinosa, cronista de la ciudad y farmacéutico de profesión y compañero de trabajo de Lanzós. Él podría haber echo una gran fortuna ejerciendo la medicina desde el ámbito privado, pero abandonó esa posibilidad de acceder a pacientes adinerados para volcarse en la sanidad pública desde la dirección médica. Él le dio forma a esa sanidad pública.

-¿Incluye en su libro el acceso de la población a esos centros?

-Sí, describo cómo eran esos primeros hospitales, cómo se realizaban los ingresos, la profesiones con mayor incidencia hospitalaria, las patologías más corrientes y cómo la condición de pobre era indispensable para ser admitido. Era un ejercicio de beneficencia, aunque había dentro de ellos una sala para enfermos de pago.

-¿Qué fue lo más complicado de la investigación?

-Lo más tediosos fue bucear en los archivos. Empecé revisando las hemerotecas y obtuve unas 600 citas. Después llegó el trabajo en los archivos. La hemeroteca nos sitúa en el lugar y en el momento de esos hechos, pero yo después, y eso no se había hecho, fui a corroborar esos datos.