El médico que quiso ser profesor

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

El neumólogo insiste en que hay que preocuparse por el aire que se respira

31 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto Fernández Villar (Marín, 1967) dudó entre dos de sus grandes pasiones, la medicina y la enseñanza. Ganó la primera y no se arrepiente, pero nunca dejó del todo la docencia que conoció desde niño -su padre Ramón Fernández fue profesor en el CEIP O Sequelo y la familia vivía dentro del recinto escolar-. Ahora está al frente de un equipo médico altamente especializado, en su calidad de jefe del servicio de neumología del Hospital Álvaro Cunqueiro. Compatibiliza esta función con la formación de nuevos profesionales como docente asociado de la Facultad de Medicina, entre las muchas cosas que figuran en un extenso currículo. Modesto y cercano en el trato, prefiere hablar de las enfermedades respiratorias antes que de sí mismo. Sin embargo, el público que abarrotó hace unos días el salón de actos del Museo Torres, en su Marín natal, para asistir a una charla, avala que su trabajo interesa y que sabe transmitir bien su mensaje.

«Hasta última hora no sabía si iba a ser maestro o médico. Al final me decidí por medicina y acerté de pleno», sostiene, confesando que tiene por esta disciplina «una absoluta pasión». Resuelta esta duda, se planteó el reto de la especialidad y aquí fue más fácil. «Escogí la especialidad en respiratorio porque me gustaba la patología médica, no tanto la quirúrgica. No me atraía tanto trabajar con el paciente anestesiado sino con aquel con el que puedes hablar», relata. Neumología también tiene muchas técnicas y líneas de investigación. Es una especialidad que él mismo define como «poco conocida y relativamente joven».

Con la experiencia que le da la práctica profesional durante 25 años y casi todo este tiempo en el área sanitaria de Vigo, Alberto Fernández Villar conoce a la perfección el sistema sanitario y se muestra entusiasmado con el reto que supone la puesta en marcha de Ingeniería biomédica, un grado que comienza este año.

Él es el jefe del servicio y coordina un equipo de 14 neumólogos en el área sanitaria de Vigo. Sin embargo, resalta que las enfermedades respiratorias son «tan prevalentes y a veces tan desconocidas» que a Alberto le encanta decir que «todos los médicos tienen una parte de neumólogo» y recalca que en todos los médicos de atención primaria también lo son.

Ha pasado un cuarto de siglo desde que inició su carrera profesional y mantiene intacta su pasión por la medicina, por trabajar en equipo y por la transmisión de estos conocimientos. «Lo que hago lo hago con pasión, es mi forma de ser», apunta.

Consciente del papel vital de los medios en la divulgación sanitaria, Alberto aprovecha este reportaje para incidir en que la neumología es una cuestión que atañe a todos. Es una palabra que a muchos no les sonará casi nada, pero que tiene una relevancia ineludible. Pone como ejemplo que mientras que una persona puede beber un litro de agua al día o algo más, y consumir un kilo de comida, un adulto sano respira cada día 12.000 litros de aire. «El sistema respiratorio es maravilloso para poder manejar todo esto, pero tiene sus riesgos y hay que ser consciente de lo que respiramos», precisa.

Recuerda que el público en general se preocupa por lo que consume, pero señala que hay que comprender el impacto del aire que se respira. Lamenta un cierto grado de permisividad que todavía percibe entre muchas personas ante el tabaco. Él lo tiene también nítidamente claro. «El tabaco es dañino», puntualiza, pero no es el único problema para tratar dolencias respiratorias. Entre otros factores, el combustible de los vehículos en centros urbanos y la obesidad también tienen mucho que ver .

Al respirar, se inhalan partículas, tóxicos, polvo y bacterias y como neumólogo resalta que la población en general no se da cuenta de estos factores al evaluar su salud. En este sentido, considera que es muy conveniente hacer ejercicio, pero incide en que hay que saber elegir dónde. Como marinense, por ejemplo, no entiende por qué muchos vecinos de su villa natal prefieren utilizar la avenida de Ourense para hacer ejercicio, al lado de los coches y sus emisiones, mientras solo con ir en dirección contraria uno se encuentra con el paseo de las playas de Marín, sin apenas tráfico y una ruta mucho más bonita. Un último consejo: «Es tan importante o más el aire que respiramos como el líquido que bebemos o la comida que ingerimos».