La arquitectura que paraliza Gran Vía

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Francisco Castro, Pedro Alonso, Antonio Cominges y Pascual Bravo son los autores de los edificios señalados

19 may 2018 . Actualizado a las 17:35 h.

El 24 de agosto de 1945, Francisco Franco realizaba el recorrido inaugural del trazado completo de la Gran Vía, que desde octubre de 1936 se llamaba Gran Vía del Generalísimo aunque entonces solo contase con algo más de diez edificios, entre ellos, el correspondiente al colegio Cluny, hoy desaparecido. La culminación del proyecto había durado 35 años, ya que fue en 1910 cuando la corporación municipal había comenzado a planificar su existencia como vía de circunvalación al centro de la ciudad.

Desde entonces, apenas se han realizado modificaciones urbanísticas importantes. Hace poco, el gobierno de Abel Caballero planteó un cambio sustancial en el aspecto del primer tramo del vial, que incluía la instalación de rampas mecánicas por el bulevar central.

Este proyecto, sin embargo, se ha visto paralizado por la Xunta de Galicia. La decisión llegó respaldada por un informe técnico redactado en la delegación territorial de Pontevedra. En él se indica que el conjunto de la calle debe ser preservado, haciendo compatibles la conservación del patrimonio urbano que acoge con su transformación, integrando armónicamente las intervenciones contemporáneas «que deben respectar os elementos materiais e as relacións entre eles e os valores inmateriais ligados aos usos, ás relacións visuais, á percepción, como recolle a recomendación da Unesco».

Basándose en este razonamiento, la Xunta considera que el proyecto presentado por el Concello de Vigo no es «acorde coa preservación do conxunto urbano de gran valor social e cultural do que forma parte a Gran Vía».

Para llegar a esa conclusión, el informe distingue entre dos grupos de edificios, ambos incluidos en el Catálogo do Patrimonio Cultural de Galicia.

El primero de ellos está conformado por los edificios correspondientes a los números 2, 3, 4 y 44. Estos inmuebles están incluidos en el Plan Especial de Protección de Edificios, Conjuntos y Elementos a Conservar (PEEC).

El segundo conjunto incluye los números 33-35, 37 y 43, incluidos en el catálogo del Plan Xeral de Ordenamento Municipal de Vigo.

En el informe también se habla de otros edificios que carecen de protección, pero que fueron diseñados por autores incluidos por otros inmuebles en las catalogaciones oficiales, aludiendo a arquitectos importantes, como Manuel Gómez Román, Francisco Castro (abuelo del delegado de la Xunta en Vigo, Ignacio López-Chaves) y Pedro Alonso, Antonio Cominges y Antón Román Conde.

Los dos edificios más característicos de la calle están situados en su arranque. De un lado, el Edificio Albo, de Francisco Castro, y del otro, el Hotel Lisboa, de Pascual Bravo. En ambos casos, estos inmuebles representan el fin de la modernidad arquitectónica vivida en Vigo hasta 1936, y el sometimiento a los nuevos gustos ideológicos exhibidos por el nuevo régimen franquista.

Francisco Castro, la principal figura del racionalismo vigués desarrollado hasta el inicio de la guerra, vuelve a trabajar en esta calle en la década de los cincuenta en compañía de Pedro Alonso. Ambos insisten en los lenguajes tradicionalistas de la arquitectura de esta época.

El otro arquitecto que trabajó a mediados del siglo XX en esta calle es Antonio Cominges. Fue el responsable del Colegio Cluny, derribado hace unos años, y del edificio gemelo correspondiente con los números 33-35. El propio Cominges fue el autor del Edificio Lorenzo Feijoo, situado en el número 4. Está considerado el final de aquella arquitectura de posguerra, marca por cierto carácter regionalista. Expertos, como Jaime Garrido y José Ramón Iglesias, explican en su libro Percorrido pola arquitectura histórica de Vigo, que tras este edificio llegará la nueva generación, liderada por Bar Bóo, que se reencuentra con la modernidad.