Ahora, de nuevo sin ingresos en el hogar, ha vuelto a solicitar la renta y le han dicho que se la concederán el próximo mes, pero no se fía. «Desde que me la quitaron hace tres meses no he podido pagar el alquiler del piso de 450 euros y tengo miedo de que me echen. No abro ni las cartas, no quiero saberlo. Tampoco puedo pagar la luz y el agua», se lamenta entre sollozos.
En total, son cuatro personas buscando trabajo para alimentarse ellas, el hijo pequeño que estudia cuarto curso de la ESO y los dos nietos de María de cinco y dos años. «No me importa en lo que tenga que trabajar: en el hogar, cuidando niños, personas mayores... Me da igual el horario y lo que sea o donde sea, aunque tenga que ir fuera de Vigo», insiste una y otra vez. Lo único que no quiere es dar la cara para impedir que se burlen de su hijo en el colegio. Por lo menos ahora tiene a su hija que puede a cuidar de los niños, algo que no sucedía antes. «Cuando no estaba ella me ofrecieron un trabajo de interna en una casa por 450 euros al mes y no pude cogerlo porque tenía que cuidar de los nietos», justifica. Mientras no sale del bache recurre a organizaciones como Cáritas, a la iglesia de su parroquia y a su hermana, que vive en Madrid y que de vez en cuando les envía algo que echarse a la boca. No tiene más que palabras de agradecimiento para Antón Bouzas, del colectivo Os Ninguéns, quien le echa una mano con los trámites para tratar de mejorar su situación cuanto antes.