Vikingos en las islas Cíes

VIGO CIUDAD

MARTINA MISER

Entre los siglos IX y XI, los nórdicos visitaron Galicia en varias ocasiones, también remontando el Miño o arrasando la ría de Vigo

15 may 2018 . Actualizado a las 23:49 h.

l as invasiones vikingas son hoy una fiesta que tiene su epicentro en Catoira. Allí, junto a las torres del Oeste, levantadas en sucesivas obras por obispos como Sisnando, Cresconio o Xelmírez, desembarcan hoy unos cornudos con ganas de jarana. Pero la realidad histórica fue mucho más temible. Y trascendió este punto geográfico al comienzo de la ría de Arousa. Porque los invasores nórdicos asaltaron todas las rías gallegas y algunas crónicas dicen que sus incursiones llegaron hasta las montañas de O Courel.

El cronista Xosé María Álvarez Blázquez afirma que estuvo en las islas Cíes el caudillo vikingo Olaf Haraldson, quien más tarde sería canonizado como San Olaf. Y cuenta una incursión en la ría de Vigo en 970. «Los normandos infestaron las costas gallegas y hacen incursiones atrevidas tierra adentro», cuenta en su obra La ciudad y los días. «Las bocas de nuestras rías están prácticamente taponadas por las naves de los audaces invasores. Penetran en la ría de Vigo y, al mando del caudillo Gunderedo o Gundraed, llegan hasta Fornelos, donde el arzobispo compostelano, Don Sisnando II, que les había salido al paso, muere ese día». Continúa Álvarez Blázquez narrando que hubo nuevas incursiones en años sucesivos y que Olaf «llegó a remontar el río Miño y apoderarse de Tui».

En los últimos días, un hallazgo arqueológico vuelve a recordarnos las invasiones vikingas en esta tierra. Porque Harald Blåtand fue rey de Noruega y Dinamarca a finales del siglo X. Y su tesoro, formado por más de 600 piezas de plata, fue encontrado mil años más tarde, el pasado mes de abril. Lo que resulta menos conocido es que estamos hablando del caudillo de una familia que arrasó Galicia en la segunda gran oleada vikinga, en la que los invasores saquearon Jakobsland.

Un chaval de 13 años dio con la pista del tesoro del rey Harald, encontrando unas antiguas monedas en la isla de Rügen, en Alemania. Como curiosidad, el rey Harald Blåtand daría nombre a la tecnología Bluetooth, cuando la compañía Ericsson la bautizó en homenaje al antiguo caudillo vikingo. Blåtand significa «diente azul», al igual que Bluetooth en inglés.

Lo que resulta menos popular es que este tesoro, y esta familia vikinga, están íntimamente relacionados con Galicia. Porque fueron ellos los que protagonizaron la segunda gran oleada que arrasó el país a finales del siglo X.

La primera incursión data de un siglo antes, cuando en agosto de 844 los nórdicos atacaron el Farum Brecantium, que suele identificarse con la Torre de Hércules. La leyenda dice que el obispo Gonzalo consiguió rechazar a los invasores, desatando una tempestad con sus oraciones. Más tarde, en 858, regresarían los vikingos, en esta ocasión arrasando la ría de Arousa, Iria Flavia y poniendo sitio a Compostela, donde los vecinos pagaron para que se levantara el cerco. Volverían en 951 y 964. En esta última visita atacarían Mondoñedo, siendo rechazados por el obispo Rosendo de Celanova.

Y así llegaría la segunda gran oleada vikinga, ya a finales del siglo X. En la que está implicada la familia de Harald Blatand. Porque, en 968, aparece en Galicia su sobrino, llamado Gudrød o Gunrod. En las crónicas gallegas aparece como Gunderedo, como lo cita Álvarez Blázquez.

En esta ocasión, los vikingos estaban en Normandía y les sugirieron conquistar Galicia, «esa tierra tan rica de la que tanto hablan los peregrinos». Gunderedo llegó con doscientas naves y de su carácter temible habla el hecho de ser hijo del rey Erico I, apodado Hacha Sangrienta. Parte de los invasores vikingos saquearon la ría de Arousa, mientras otros atacaban la diócesis de Bretoña. En Santiago, el obispo Sisnando salió a su encuentro, pero no consiguió detenerlos, muriendo en la terrible batalla de Fornelos el 29 de marzo de 968, que es la que recuerda el cronista vigués.

Con el país rendido a la ferocidad vikinga, los invasores saquearon Galicia entera, llegando hasta el Courel. Solo en Lugo el obispo Hermexildo consiguió contenerlos. Cuando Gunderedo ya regresaba a su tierra, cargado con los tesoros saqueados, salió a su encuentro el conde Gonzalo Sánchez, que los derrotó, dio muerte a Gunrod y consiguió quemar parte de sus naves. No correría mejor suerte el hermano de Gunrod, el rey de Noruega Harald Eirikson, que moriría un año más tarde, en 970, en una batalla en Jutlandia. Su sucesor en el trono noruego sería el tío de ambos caudillos, Harald Blatand, que unificaría esta corona con la de Dinamarca. Blatand es el famoso rey Diente Azul que dio nombre al dispositivo Bluetooth y del que ahora se acaba de encontrar su tesoro.

Tiempo más tarde, vendría Olaf Haraldson, para poner su pie en las islas Cíes, como también escribió en varias ocasiones Álvaro Cunqueiro. Y aún habría la incursión de Ulf El Gallego, llamado en su lengua Ulf Galiciefarer, un apodo ganado por sus éxitos saqueando el país.

Hoy estos antiguos vikingos constituyen una fiesta. Pero sus invasiones, desdibujadas en las brumas de la leyenda, fueron una historia mucho más temible.

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