Indignación por quedarse sin bonobús

Luis Carlos Llera Llorente
Luis Carlos Llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Óscar Vázquez

El fin de la tarjeta verde encarece 40 euros al mes el trayecto Chapela-Vigo

17 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Despacito. Así subían los vecinos de Chapela ayer al autobús. Había cola porque pagaban el precio del tique con monedas de céntimo y de dos céntimos. Medio centenar de residentes de la parroquia protagonizaron una protesta porque se les han acabado los descuentos en el autobús urbano Vitrasa. El motivo es la entrada en vigor de la tarjeta Pass Vigo a la que solo pueden acceder los empadronados en la ciudad. Para exigir el mantenimiento de los descuentos se montaron en dos autobuses C3 con destino a Vigo desde el centro de salud de Chapela. Allí pagaron con los valores metálicos mínimos hasta completar el coste del billete ordinario, que ahora les supone un gasto de 1,35 frente a los 0,89 de los subvencionados. La protesta provocó ligeros retrasos. En la central pidieron a los conductores que tuviesen paciencia. «Como si tienes que para media hora», le indicaron a uno de los chóferes que reclamó instrucciones para actuar correctamente.

La protesta estuvo encabezada por los dirigentes de la asociación de vecinos liderada por Marcial Pérez, que anunció nuevas protestas. Marcial Pérez señala que Caballero no les recibe y que la Xunta y el Concello no resuelven la situación. «Los que pagamos el pato somos nosotros», dice un residente antes de subirse al autobús. «Yo hago cuatro viajes diarios y el fin del descuento me supone un gasto adicional de 40 euros al mes», se lamenta Isabel González.

«Ya no vuelvo a subir a un Vitrasa. Eso no se hace», se quejaba otra vecina, Isabel Otero.

La tarjeta Pass Vigo entró ayer en vigor sustituyendo de forma definitiva a la antigua tarjeta verde. El Concello distribuyó ya 123.840 ejemplares de esta visa para el transporte urbano. De momento da acceso al bus pero la promesa es que abra las puertas de más servicios como los aparcamientos municipales o el pago de la zona azul. Por ahora 78,268 personas ya han empezado a usarla. Unos 30.000 usuarios de la tarjeta verde de fuera de Vigo se han quedado sin billetes bonificados. El alcalde, Abel Caballero, recuerda que el autobús tiene un precio de 1,35 para todos los usuarios, pero el Concello subvenciona parte del coste o todo él a los vigueses. Los principales beneficiarios son los pensionistas, 25.000 que no tienen que pagar nada. El sistema que se implantó ayer en Vigo rige en otras ciudades como Sevilla, Zaragoza, Málaga, Bilbao o Alicante.

Sin embargo, en las villas del área hay malestar. El lunes apareció por fin el sol pero sobre los pasajeros de los barcos de Cangas y Moaña se posaron algunos nubarrones que estropearon el día. Y enseguida comenzaron las precipitaciones en forma de críticas. Gerardo Fernández Costas se bajó en el muelle del pequeño ferri que cruza la ría desde Moaña: «Vengo a la mutua. Tengo la tarjeta azul de transporte de la Xunta y no sé si vale para el bus de Vigo. Allí sirve para el barco y para los autobuses». Pronto se enteró de que con ella no puede coger el Vitrasa a precio reducido. «Me fastidia un poco. También venimos a trabajar», comentó. Y el tono se volvió más crispado antes de alejarse: «Deberían meter un impuesto a las playas de O Morrazo a los vigueses, por ocupar nuestro espacio».

Jubilados

Lita Madriñán desciende por la pasarela del pantalán. Viene de Cangas con una amiga. Esta viguesa es viuda de Ramiro Goyanes y acude a su casa de A Guía «a ventilarla porque ahora estoy en O Hío». Cuenta que desde esta parroquia al centro de Cangas el billete de autobús cuesta 80 céntimos. «Antes iba en taxi y ahora lo hago en bus, con la tarjeta azul de la Xunta», relata. Como se censó en O Hío no tiene derecho a la tarjeta PassVigo. Va acompañada de su amiga Ana María González, otra viguesa que también lleva cuatro años censada en Cangas por lo que ha perdido su derecho a la visa que franquea el paso del bus urbano a un precio reducido. «Si vamos a Povisa y a casa nos gastamos cinco euros, así que a ver si no suben las pensiones, porque las máximas ya sabemos como están pero las mínimas...» .

Amparo Álvarez espera en la explanada de la estación marítima de Vigo para cruzar al otro lado. La furgoneta de la Policía está vigilante. Los turistas chinos e ingleses se mezclan con jubilados y trabajadores gallegos. Amparo explica que va a buscar a su nieta que vive en O Morrazo. «Mira que tontería que no les den la tarjeta. Eso es por una pelea del Concello de Vigo con la Xunta. ¿Por qué no llegan a un acuerdo?»

Carmen Blanco y Manuel Costas, dos vecinos de Moaña aguardan pacientemente en el muelle a que venga su barco para llevarlo de vuelta a casa. «Venimos mucho a hacer gasto a Vigo. Sería bueno que nos diesen la tarjeta a todos». Carmen relata que ha estado viniendo a Vigo durante cuarenta días seguidos para recibir tratamiento médico y en este período de tiempo tuvo que dejarse mucho dinero en pagar el transporte. «No sabemos por qué el alcalde pone impedimentos. La tarjeta Pass Vigo nos ayudaría mucho porque mucha gente jubilada cobra poco».

Ángel Rolo, un jubilado de Citroën, expresa una ilusión que parece por ahora una quimera: «A mí me gustaría que la tarjeta la tuviese todo el mundo».