No me toquen mi Gran Vía

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Mercedes, hija del exalcalde Suárez-Llanos, que abrió la calle en 1945, critica el proyecto de reforma por «absurdo e innecesario»

06 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El proyecto de remodelación de la Gran Vía de Vigo, que implica la tala de todo su arbolado (128 ejemplares de camelios, naranjos, castaños y tilos), ha generado malestar entre un grupo de ciudadanos que, con la intención de expresar su disconformidad y hacerse oír, van sumando voces a una comunidad creada en Facebook: Salvemos la Gran Vía de Vigo, que saldrá a la calle en manifestación el sábado 14 de abril a las 13.00 horas desde plaza de España. Entre ellos está Mercedes Suárez-Llanos (Vigo, 1938), una veterana en pequeñas batallas cotidianas para la que la destrucción de la Gran Vía, tal como se la conoce desde mediados del siglo pasado, supone algo más que para el resto por el componente sentimental que para ella tiene. La viguesa es hija de Luis Suárez-Llanos Menacho, que fue alcalde de Vigo en dos ocasiones, entre 1938 y 1949. Murió con 53 años, pero bajo su mandato se pusieron en marcha proyectos como la apertura de la Gran Vía, el Instituto Santa Irene o la ordenación del Castro y la Alameda.

«La Gran Vía fue inaugurada por mi padre en 1945 y fue un hito. Yo era una niña y del evento no me acuerdo, pero toda mi infancia transcurrió pegada a esta calle porque vivíamos en la plaza de Compostela y subíamos cada día al colegio Cluny, muchas veces andando y otras en el tranvía número 3», recuerda. Para ella, la remodelación de la arteria viguesa para colocar rampas automáticas es «un desatino de mal gusto, absurdo e innecesario, un despilfarro energético y una barbaridad estética, pero yo soy luchadora y no me van a callar», advierte. La viguesa está muy disgustada y asegura que «hay un desconocimiento total por parte de ciudadanos y comerciantes de la zona sobre lo que el Concello de Vigo va a hacer», afirma Suárez-Llanos, que ha batido el barrio, ha preguntado en las tiendas y concluye que no saben gran cosa, «han oído lo de las rampas pero no que van a cortar todos los árboles», explica.

«Desde el Ayuntamiento se ha dicho que habrá una gran plaza a la altura de El Corte Inglés y, como parece que eso beneficia a los grandes almacenes, intenté hablar con ellos. Me dijeron que no saben cómo va, sobre todo respecto a los cruces con las colindantes, y que no les favorece. No lo entiendo. Si a mi me dicen que van a construir una carretera delante de mi casa, trataría de saber qué van a hacer, ¿no?», se pregunta.

El disgusto se multiplica al ver la reacción de muchos vigueses. «Me he dado cuenta de que a los que más les gusta lo de las rampas es a la gente joven. Se vuelven locos por hacer deporte, pagan por andar en cintas en los gimnasios. ¡Y ahora quieren llegar hasta ellos sin mover un músculo!», critica.

También le enoja la tibia reacción general ante el anuncio de la tala de todos los árboles «que dicen que están enfermos, y lo estarán porque no los cuidan», pero advierte que no le duelen prendas en abrazarse a ellos como hizo Tita Thyssen con los del Paseo del Prado. «¿Dónde están los ecologistas?», se pregunta. «¿Y dónde está la oposición, que se callan?», añade respecto al PP y Marea de Vigo. «Vigo es una ciudad apática. Nadie quiere mojarse», lamenta. En su indagación contactó con Ramón Conde, autor de la estatua de los Rederos, también afectada ya que el proyecto implica su traslado. Cree que se ha resignado. «Le han dicho que la ponen en la Paellera y me da la impresión de que se conforma», afirma.

Mercedes, a la que siguen llamando «la hija del alcalde», asegura que no está en contra del Vigo vertical. «Las escaleras de Príncipe y los ascensores están muy bien», opina. Ella pide que no repitan barbaridades como cuando se eliminó la arboleda de Samil, cuando se hizo el scalextric o se demolió la Casa Rubira. «Este plan para Gran Vía, además, no va a ser para todos, ya que las rampas no las pueden usar personas en silla de ruedas o muletas ni carritos de bebés», sostiene.