Isaac Pérez Vicente: «Soy fiel a un estilo, pero tengo más»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El artista Isaac Pérez Vicente repasa el hilo central de su trabajo en el Palexco de A Coruña

05 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que a los 15 años expuso por primera vez, Isaac Pérez Vicente (O Rosal, 1955) no ha dejado de investigar lenguajes artísticos hasta crear su propio léxico, el de un idioma personal que se escribe a través de una serie de figuras presentes en su trayectoria de manera fiel. Ese itinerario tiene una vía principal que engloba bajo el nombre de Umbra. El artista, vigués de adopción desde hace décadas, repasa esa línea en la exposición Zurcir sombras (Umbra 1990-2017), que se exhibe en la sala de exposiciones Palexco de A Coruña hasta el 6 de mayo. Partiendo de tres objetos ha creado una especie de familia con muchos hijos que se han ido independizando para vivir su vida. Unas se quedan dentro del marco, otras se convierten en esculturas o se acurrucan en cajas.

-¿Cómo se plantea este recorrido, como un repaso a su obra?

-Es una parte muy determinada de ella. Comienza en 1990 con un pequeño grabado que hice en Ginebra. A partir de ahí he venido haciendo, por así decirlo, un trabajo de investigación que yo denomino las sombras. Muchas de esas piezas se han podido ver en exposiciones colectivas y alguna individual, pero es la primera vez que junto casi todas las piezas. Algunas no se han podido producir y hay dibujos que tampoco entraban por cuestiones de espacio, a pesar de ser grande.

-¿Hacia dónde ha ido creciendo esa idea de la que parte el eje principal de su obra?

-Es un trabajo que tiene unas reglas. Son trabas que dificultan hacer cosas, pero también unen. Con tres imágenes básicas, que son la silueta de un soldado, un metro plegable de obra y un carrete de hilo, establezco relaciones entre ellas. A veces son repeticiones, otras se mezclan o se desarrollan y dan lugar a otro tipo de cosas: por ejemplo, además de pintura hay muchos objetos, alguna instalación con y sin sonido, alguna película y algún libro.

-Esos tres elementos ¿los eligió por estética o porque tienen un significado particular?

-Surge del azar aunque de alguna manera lo busco. Lo había intentado haciendo otras cosas y en el momento adecuado, aparece. A partir de un encuentro fortuito se abre un camino. Por ahí seguro que se cuelan aspectos de la memoria personal, pero no me preocupa. Mi manera de trabajar es más fría, para mí son elementos formales que van variando con el tiempo en base a relaciones que establezco entre ellos.

-Son imágenes que remiten más a un sastre que a un pintor...

-Sí, aunque también hay muchas pinturas. También hay muchas cajas hechas con maderas cortadas, que es algo que uso mucho. Pero no es nada planificado. Esa es la regla primera: todo va surgiendo. El proceso no es tener una idea y luego hacerla; el material me da pie a ir en una dirección u otra.

-¿Qué historias guardan esas cajas?

-Casi todas tienen título o contienen alguna palabra. En la Edad Media la escritura y la imagen estaban unidas. Que el texto puede ser una imagen se retomó en las vanguardias. Yo lo utilizo en ese sentido. No se cuenta una historia concreta en sentido narrativo, sigue su propia lógica.

-¿Esa vista atrás es una ruptura?

-Imagino que continuaré haciendo esas y otras cosas. De hecho, yo tenía una exposición programada para el Marco este año y en ella iba a ir parte de este trabajo. En él hay un estilo identificable al que soy fiel y continuará, pero al margen, hay más.

Trayectoria. Comenzó a inicios de los 80 en Galicia pero amplió fronteras en Europa a finales de esa década. Su obra forma parte de colecciones como la del CGAC, Abanca y privadas.

Vertientes. Abarca un amplio espectro que incluye diseño cerámico y grabado.

«En el Marco se ha dado una respuesta estética a un asunto que es ciudadano»

Juan de Nieves recuerda en uno de los textos del catálogo que acompaña a la exposición que «Pérez Vicente se ha ocupado en las últimas décadas de reivindicar el papel del artista frente al sistema del arte y la transparencia y democratización necesaria de nuestras instituciones».

-¿La propuesta para esta exposición era previa a lo que pasó con el Marco, que se ha quedado sin dirección ni programación?

-Sí, la llevo preparando desde el verano pasado. Del Marco tenía una propuesta del equipo anterior para hacer una exposición que creo que incluso había sido aprobada por el patronato, pero se canceló. En la colectiva que nos propusieron después decidí no participar porque no me parece serio lo que están haciendo con una institución que se viene fraguando desde 1994, cuando Príncipe era alcalde. El problema va más allá de si exponen allí artistas gallegos o no. Por supuesto, si estás en un lugar tienes que dar cuenta de lo que allí sucede artísticamente.

-¿Entonces?

-Eso lo puede hacer más acertadamente o no el equipo profesional que dirige, que está y debe estar expuesto a críticas, como es normal. Lo que no puede hacer un político es acabar con una institución de esas características. Una decisión de ese calibre debería estar en un programa electoral. No se pude tumbar algo así en medio de una legislatura sin dar más que explicaciones vagas. El Marco no es una salita de exposiciones de un pequeño ayuntamiento.

-¿No es un problema cultural?

-No. Los artistas han dado una respuesta estética y para mí es una cuestión ciudadana, un problema de comportamiento político democrático, algo complejo que se despacha de modo simple. Fallan las formas y sobra vanidad.