Dan dos meses de plazo a 15 okupas para desalojar una nave de Beiramar

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Agentes de la Policía Local y banqueros les advirtieron que se tapiará el edificio

20 mar 2018 . Actualizado a las 13:07 h.

Las quince personas que desde hace más de un año residen en una nave industrial abandonada de la calle Jacinto Benavente tendrán que dejarla en el plazo máximo de dos o tres meses.

Es el recado trasladado por agentes de la Policía Local y tres personas que se identificaron como representantes de una entidad bancaria. Los okupas fueron informados de que en ese tiempo se tapiarán las instalaciones por lo que tendrán que dejarlas antes libres. Aunque el encuentro transcurrió de forma cordial por ambas partes y los afectados reconocen que el propietario tiene derecho a disponer de la nave, no ocultan su preocupación por la situación en la que van a quedarse. Entre ellos hay personas enfermas e incluso alguna que ha sido operada recientemente. Las edades oscilan entre los 30 y los 56 años.

Nueve de esas personas, entre las que hay hombres y mujeres, llevan tiempo residiendo en un rincón de la nave, el que ofrece mejor cara, ya que, en general, se encuentra en muy mal estado. A ese espacio han trasladado objetos propios como colchones, mesitas de noche y otros enseres con el ánimo de darle un toque más personal. Ahora no dejan de pensar qué será de su vida y dónde podrán recalar con sus pertenencias.

La alarma ha saltado de inmediato entre los colectivos sociales de Vigo, que ayer mismo enviaban un escrito a la concejala de Política Social, Isaura Abelairas, para tratar de encontrar una solución. Su petición pasa por que se ponga a disposición de esas personas el servicio de un trabajador social de forma que hable con ellas, conozca la problemática y se pueda poner remedio para evitar que queden en la calle. «Lo adecuado sería que fuera una trabajadora social con la policía y los nuevos propietarios y que hable con ellos para ver si tienen algún tipo de ingreso, si tienen derecho a subvenciones y en qué estado de salud se encuentran. Conviene que les informen de las ayudas que les pueden dar el Concello o la Xunta para que no se vayan a otra choupana, que les encuentren una vía que les cambie la vida», comenta el portavoz del grupo Os Ninguéns, Antón Bouzas.

Tanto este colectivo como la Red de Solidaridad Popular solicitan en el escrito entregado en el Concello que siempre que se registren desahucios de personas que están sin hogar se lleve a cabo un protocolo de actuación para que los afectados reciban de las trabajadoras sociales empatía y propuestas de protección. Como ya han hecho en anteriores ocasiones, solicitan un incremento del número de plazas del albergue municipal, así como de espacios diurnos para no tener que estar por la calle dando tumbos. Entienden que el tiempo de estancia debería adaptarse a las necesidades reales de cada persona. El escrito contempla también otra petición lanzada días atrás relativa a las habitaciones privadas para parejas y a un espacio para animales de compañía.

«El espacio para mascotas no es ninguna trivialidad porque muchas de esas personas tienen como única familia a un animal y buena muestra de lo que significan para ellas es que son capaces de sacrificarse y dormir en la calle antes que dejarlas abandonadas en cualquier sitio para poder disponer de una plaza en el albergue», explica Elisa Pérez, portavoz de la Red de Solidaridad Popular.

El antiguo asilo de Pi y Margall es otro de los inmuebles que más personas acoge

El que fue asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en Pi y Margall, es otro de los inmuebles en los que residen más personas sin hogar. En la actualidad son en torno a una docena, pero llegaron a coincidir hasta un centenar, como si de tratara de un hotel en ruinas.

El mal estado del edificio hace que a día de hoy suponga un peligro permanecer en su interior. Los continuos incendios, como consecuencia de los fuegos que se hacen para paliar el frío, o de las velas que se utilizan como iluminación, han provocado que en muchas zonas solo quede el esqueleto de lo que era el asilo.

Pese a la grave situación, los okupas que han optado por este refugio lo prefieren a tener que atenerse a un horario en el albergue municipal o en el de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres de Teis. Pero lo que en realidad más les echa atrás a la hora e decidirse por los anteriores es el límite de diez días seguidos de estancia, pasados los cuales se vuelven a quedar en la calle. Al regresar a su anterior refugio se encuentran con que ha sido ocupado por otra persona y tienen que partir de cero para buscar techo.

Según datos de Os Ninguéns, en el centro de la ciudad (incluido el Casco Vello) hay unas ochenta choupanas. Muchas son casas abandonadas y otras, grande edificios como el de Beiramar y el asilo. Esta circunstancia ha llevado a Érguete a ampliar el servicio que presta en una furgoneta de café e intercambio de jeringuillas usadas por nuevas a la rúa Poboadores para dar mayor cobertura. Buena parte de los okupas tienen o han tenido problemas de drogodependencias. En principio el servicio se prestaba en un local próximo a la Porta do Sol. Tras cerrar sus puertas, pasó a la furgoneta, una temporada a un autobús, y de nuevo al vehículo pequeño.