Vigo inventa el «fast food» sin comida basura

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Un exinformático pone en marcha un proyecto de hostelería de comida rápida con producto ecológico

23 mar 2018 . Actualizado a las 10:20 h.

Desde noviembre del año pasado, Vigo cuenta con el único fast food orgánico del país en un proyecto 100 % local. Detrás de esta iniciativa innovadora está un ourensano que se considera vigués, ya que se mudó con su familia con 2 años. Miguel Castañal devoraba día sí, día también, menús de comida rápida. Para dar fe, comenta que tenía carné de descuento del 30 % de una cadena de hamburgueserías de fama planetaria. Cuando hace cuatro años conoció a su pareja, la norteamericana Amy Wentworth, su rutina que se completaba con bollería industrial, precocinados y congelados, mutó por completo. «Me mostró una forma de comer que me cambió la vida. Perdí 25 kilos en tres meses sin pasar hambre». Aunque conocía el sector como trabajador de verano en cocinas de hoteles y restaurantes de Canarias cuando estudiaba Ingeniería Informática, su vinculación hostelera no fue más allá. De hecho, durante una década se dedicó a la informática en una multinacional. «No tenía conciencia ninguna de la alimentación, solo en una etapa de joven, cuando quise ser tenista», reconoce.

Al cambiar tan rápido, su entorno empezó a interesarse por su transformación. Hubo amigos que le acompañaron en la aventura del comer pero, al tiempo, Miguel comenzaba una formación más seria. «Amy y yo empezamos a estudiar nutrición y medicina natural para tener una base teórica y asesorar con garantías. Comiendo un día en un vegetariano con uno de nuestros clientes, amigo de la infancia con el que iba a Canarias a trabajar en verano, nos dimos cuenta de que muchas de las cosas no las podíamos comer siguiendo aquella dieta. Fue entonces cuando empezamos a pensar en montar algo donde sí hubiera lo que comíamos», recuerda. Ese amigo, Sergio Osorio, es un empresario de hostelería vigués y junto a su hermano David y con Roberto Cid, hoy son socios de Miguel en Kastami’s. El nombre del fast food orgánico une el inicio de su apellido pero con k, el nombre de ella con i latina y la s de Sergio en el apóstrofe. Cuando su asesoría inicial en nutrición era a través de fotos y mensajes telefónicos, la pregunta ¿esto se puede comer? se transformaba en: «¿Esto es kastami?».

El informático seguía con su profesión hasta que pensó que el proyecto no saldría adelante si no centraba toda su energía en él. Así fue. Hasta abrir sus puertas en Marqués de Valladares, 19 (en el local que ocupó el emblemático Cosmos), tardaron dos años en poner en marcha un plan de laborioso desarrollo, ya que no había precedentes. «Recorrimos ciudades, contactamos con huertas, investigamos recetas...». El vigués cuenta que todos los productos están basados en la medicina natural. «No tenemos nada que consideremos que además de sabor, aporte algo para la salud», afirma. Quien con estos apuntes piense que la carta del Kastami’s es una ristra de verduras insípidas, se equivoca: sushi (vegano, de salmón o de xurel con arroz integral), huevos rancheros, ensaladas, burritos, wok con algas, raviolis de calabacín, pizzas y hamburguesas de ternera o vegetales integran la lista inspirada en una cocina internacional exótica, no vegana pero con opciones crudiveganas. No tienen menú del día en su cocina siempre abierta, pero advierte que lo habrá dentro de poco aunque se puede comer por 7 euros.

La mayor parte de su clientela tiene entre 24 y 35 años, pero también más jóvenes. «Los mayores quizás son los que se sientan más perdidos, pero también son los que mejor saber apreciar los productos de huertas locales como los aguacates que vienen de Cangas o los jalapeños que plantamos en Vigo con los que hacemos salsa picante», asegura.

Unir ese tipo de comida con el concepto fast food, que implica autoservicio con bandeja y utensilios de usar y tirar, es lo que hace a Kastami’s diferente a lo hasta ahora conocido. Miguel explica que es una gran apuesta: «Es tender un puente entre el gran público y la alimentación ecológica sin ser dogmáticos ni agresivos. La gente no viene porque sea sano, sino porque está rico», aclara.

El emprendedor desarrolló un recetario con ayuda de la experta cocinera Gloria Domecq para cuadrar la carta. Ella formó a cinco cocineros y todo es artesanal. «Hacemos aquí desde los chocolates a el humus, las salas y las tartas», añade. Y además tiene una línea de cosmética en colaboración con Capicúa Detalles y los uniformes diseñados por La Canalla. El concepto ecológico está en todo. Los cubiertos son de material compostable, hechos con féculas vegetales y los envíos a domicilio se empaquetan en cartón reciclado.

Castañal considera a Amy Wentworth la inspiradora del innovador proyecto. La poeta y exprofesora de español en la Universidad de Virginia asentada en Vigo le puso en ese camino, pero ella sigue su labor docente.