Las pasarelas de Gran Vía emitirán cada año 33 toneladas de CO2

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El Concello recordó esta semana que «hay que ponerse manos a la obra porque queda poco» para frenar el cambio climático

18 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos comunicaba esta semana el alcalde de Vigo que «todo indica que el cambio climático ya está aquí». El anuncio tenía que ver con los efectos de la sequía y nos advertía que «hay que ponerse manos a la obra porque es posible que tengamos poco tiempo para tomar decisiones». Nuevamente otro ejemplo del espejismo que supone intentar mitigar los efectos del cambio climático mientras seguimos olvidando actuar sobre las causas.

Lo interesante, y útil para tomar decisiones, es que constantemente incorporamos nuevos indicadores. Fieles a nuestra vocación de servicio, hoy queremos aportar uno nuevo que, como todo lo que tiene que ver con el cambio climático, tendrá un efecto global desde un origen local, concretamente en Vigo. Nos referimos al proyecto Vigo Vertical y más concretamente a la que se presenta como su actuación estrella: las rampas mecánicas de Gran Vía y su incidencia, precisamente, en las causas del calentamiento global.

El consumo energético de estos mecanismos es muy variable, oscila entre los 7.000 y los 30.000 kilovatios por hora cada año, por lo que vamos a hacer números calculando una media razonable de ocho horas diarias de funcionamiento y un consumo de 15.000 kWh al año. Sobre esta cifra aplicamos su equivalencia a emisiones de CO2 y obtenemos el bonito resultado de 6 toneladas. Pero claro, esto sería en un solo tramo de rampas mecánicas. Ahora multiplicamos por las cinco previstas entre Urzaiz y la plaza de España y conseguimos la cifra final: el invento se traducirá en la emisión de 30 toneladas de CO2 cada año.

Parece mucho y es mucho, pero las pasarelas mecánicas tienen su contexto sin el que el cálculo estaría incompleto. Incorporemos una estimación razonable del consumo de su iluminación específica, las pantallas informativas, las zonas de recarga de móviles, el «tótem con información municipal similar al de Nueva York». No es exagerado cifrar el conjunto de estos «folloncillos luminosos», que diría Forges, en un 10 % más. Ya estamos en las 33 toneladas de CO2 anuales.

Si quieren hacer un cálculo más preciso incorporen un 1 % más por la pérdida de masa forestal, sumidero de CO2, correspondiente a la sustitución de los árboles de gran porte por arbolitos, con su equivalente merma exponencial de tasa de absorción y, por supuesto, las emisiones derivadas del proceso constructivo.

De todos los adjetivos, que son muchos, que se podrían aplicar a esta entrada por la puerta grande en la modernidad, desde el Concello se utilizó uno especialmente pintoresco: sostenibilidad. Si un proyecto que, para recorrer 650 metros salvando un desnivel de apenas un 5 % consumirá 75.000 kilovatios hora y emitirá a la atmósfera 33 toneladas de CO2 se califica como sostenible… alguien en Praza do Rei tendría que revisar urgentemente el concepto de lo que entiende por sostenibilidad.

Sin entrar en otras valoraciones, y limitándonos a analizar su huella ecológica en el cambio climático, es un proyecto energéticamente despilfarrador y climáticamente irresponsable. Pero como hoy la cosa va de indicadores permitan que incluyamos otro, también objetivo: el presupuestario. El programa estrella (y prácticamente único) de la concejalía de Medio Ambiente e Vida Saudable, que así se denomina, el Camiño a Camiño, invita como su nombre indica a eso, a caminar y disfrutar consecuentemente de una vida saludable, como figura en su atribución de competencias (apartado 6, «Fomentar hábitos de vida saudable na poboación»). Este año su presupuesto anunciado es de 37.000 euros. Solo en el proyecto de Gran Vía, apenas una parte del Vigo vertical, que invita a todo lo contrario, se invertirán 8,9 millones de euros. Las declaraciones siempre están muy bien, en ellas todo es importante pero el presupuesto es un indicador concreto de cuales son las prioridades. Si por cada euro invertido en invitar a la ciudadanía viguesa a caminar se invierten 240 euros en incentivar que no caminen, el mensaje es claro.

Efectivamente, como muy certeramente nos recordaba el alcalde de Vigo todo indica que el cambio climático está aquí, pero todo indica también que a la hora de tomar decisiones nos importa muy poco. Stephen Hawking decía que estamos cerca del punto en el que el calentamiento global se vuelva irreversible. Cómodamente transportados por pasarelas mecánicas en Vigo nos acercaremos un poquito más a ese punto de irreversibilidad.