Maratón de 80 háckers éticos en ayuda de ciegos, autistas y bosques

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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Grupos de universitarios se encierran para programar aplicaciones solidarias

10 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Expertos informáticos como Antonio Fernandes introdujeron en Vigo el concepto de hácker ético que ahora se ha popularizado. Al contrario que los trolls o los ciberpiratas que dañan equipos ajenos por diversión o prestigio, los háckers buenos ponen a prueba sus habilidades e ingenio para marcarse retos bondadosos. Ávidos de conocimientos tecnológicos, quieren superarse a sí mismos pero a la hora de ayudar a los demás.

En concreto, un grupo de 80 jóvenes se han encerrado en la Universidad de Vigo durante tres días para correr un maratón tecnológico cuyo objetivo es diseñar en un tiempo récord diversas aplicaciones informáticas que sean solidarias. Uno de los grupos ayudó a diagnosticar el autismo, otro ideó unas gafas que sirven para que los invidentes crucen los semáforos sin riesgo y un tercero apostó por un sistema de sensores de temperatura en los bosques para impedir más incendios devastadores como los que sufrió Vigo y su área el 15 de octubre del 2017.

El maratón de desarrolladores informáticos se bautizó como Hack For Good (Habilidad para ser bueno, en español) y dura tres días. Comenzó el jueves y termina hoy en una sala del edificio Miralles en el campus de Lagoas-Marcosende. Este hackathón se celebra simultáneamente en 20 universidades españolas y lo organizan Telefónica, Hazloposible y Mashme. En total, los eventos reúnen cerca de 1500 universitarios y se otorgan premios de mil euros, 600 y 400 a los mejores proyectos en cada campus.

La clave de este hackathón fue desarrollar la nueva tecnología de Internet de las Cosas que permite que los electrodomésticos y los dispositivos telefónicos se comuniquen entre sí y se transfieran datos que luego son analizados por Big Data y por programas de inteligencia artificial.

En esa línea, tres grupos, en general de estudiantes de Telecomunicaciones, conectaron distintos dispositivos electrónicos para generar un valor añadido. Uno se centró en ayudar a los niños autistas mediante el diseño de un software que, empleando cámaras infrarrojas capaces de seguir el patrón de la mirada, detecta a qué elementos visuales le prestan más atención. Sirve para mejorar la diagnosis y la evolución de los pacientes.

Otro ayudó a los invidentes que quieren cruzar con tranquilidad los pasos de peatones regulados por semáforos. Para ello trabajaron en la creación de unas gafas con procesadores de imágenes que avisa, mediante un sistema de vibración, cuando el semáforo permita pasar.

La tercera propuesta busca prevenir los fuegos forestales a través de un sistema de sensores distribuidos por el monte que recogen los niveles de temperatura y humedad. El posterior análisis de Big Data delata los terrenos más susceptibles de incendiarse.