El librero vigués resiste en la diferencia

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Los negocios sin relevo generacional, como San José, están abocados al fracaso en un sector que tiene espacios de éxito en ámbitos como la literatura infantil y el cómic

01 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El cierre de la librería San José, que era la más antigua de Vigo, con 69 años de existencia, acarrea una reflexión sobre el estado del sector en Vigo. Según Xurxo Patiño, vocal de la Federación de Libreiros de Galicia y responsable de Librouro, que se coloca como la decana con 50 años de trayectoria, la situación del mercado del libro es bastante «crítica e inestable». Aunque hay «unas cuantas que se mantienen con holgura, la mayoría tienen muchas estrecheces». Pero apunta el profesional que los brotes verdes crecen en espacios donde se apuesta por la especialización. Es el caso, por ejemplo, de las librerías de cómics. «Es de los pocos sectores, junto al libro infantil y juvenil, que aumenta ventas con respecto a años anteriores», manifiesta.

Otro patrón que está en auge es el que practica Trotalibros en la calle Gerona con la compraventa de libro usado. «Es un modelo distinto que funciona, una alternativa media entre la librería y la biblioteca que está teniendo sus adeptos». Los responsables de Trotalibros, Gloria Seoane y Manuel Sánchez, tienen muy claro que seguirá funcionando si continúa la alta rotación de ejemplares entrando y saliendo de su local.

Patiño asegura que aún queda espacio para ejercer de librero si a la especialización se suma tener en cuenta situarse en lugares donde no haya demasiada competencia. «Si eliges algo muy específico, el núcleo de población tiene que ser grande para que funcione», reflexiona. El librero admite que su trabajo no da para hacerse millonario, «pero yo no le quito la ilusión a nadie porque a mí me encanta ser librero», resume.

Sus palabras las refrenda Melo, al frente de BD Cómics desde hace 13 años en O Calvario. Pero subraya que la bonanza actual es fruto de años de sequía. «Nosotros hicimos el camino contrario. Pasamos de ser minoritarios a formar parte del catálogo de opciones culturales de un público cada vez más amplio y ayudados también por otros sectores como el cine, ya que muchos espectadores de producciones que son adaptaciones de cómics de Marvel, por ejemplo, vienen buscando la fuente original», medita. Lo sabe bien Ángeles Díaz, pionera al frente de la tienda Norma Cómics, en la difusión de una forma de arte que, hasta hace pocos años, se consideraba marginal, como Sousa, que creció de quiosco a tienda gracias a la demanda y el propio crecimiento de ese nicho editorial. En BD Cómic les pasa como a sus colegas, que cuentan con el público más apasionado. «En nuestra anterior ubicación estábamos un poco escondidos y nos nutríamos solo de una clientela fiel, ahora estamos en la peatonal y ha entrado ese nuevo público que ha llegado mientras que el anterior se mantiene», indica. Por eso, aunque organizan actividades periódicamente, casi ni lo necesitan porque la gente acude al local casi como quien va a un centro social.

Infantil

Los niños son la otra tabla de salvación. Gracias a los primeros lectores, los libros flotan. Libros para Soñar es el ejemplo de que hay esperanza en el gremio. La librería especializada en libro infantil y juvenil y sobre todo en álbum ilustrado, cumple 17 años en abril en plena forma con Sandra Senra y Carmela Sieiro detrás del mostrador. En su caso, ni la venta online ni los libros electrónicos les afecta. «Os nenos traballan co físico, coa cor, con tocar as páxinas... A crise no sector infantil de momento non nos afectou. Toquemos madeira», dice Sandra. Mientras, no paran. En su local, además, hay cuentacuentos todos los viernes por la tarde y los miércoles cada 15 días, solo para bebés y como se llena enseguida, tienen un cupo. Libros para Soñar pertenece a la editorial Kalandraka pero abarcar muchas otras en sus fondos.

Además hay milagros como Hobbit, en Navia, que abrió en el 2010 Antonio Vázquez. El género fantástico y juvenil es su fuerte en la librería a la que los pequeños pueden acceder por la puerta redonda, única en «la comarca» viguesa. Vázquez, un fontanero amante de la lectura que dejó su profesión con la crisis del ladrillo, pelea ahora con la del papel encuadernado.

Colosos generalistas como Casa del Libro constatan la recesión, pero ofrece ventajas como un espacio cómodo, detalles como un rincón de lectura y la posibilidad, en algunos momentos, de tomarse un café por cortesía de la casa, servicio que han habilitado en los últimos tiempos en la planta superior. «Se trata de ofrecer una experiencia agradable», indica su director, Jesús Garre. «Hoy en día tenemos todas las compras al alcance de un clic, por eso es imprescindible ofrecer una experiencia que invite al consumidor a salir del sofá», afirma.

Andel es la única librería de Galicia que solo vende libros en gallego

Un caso de éxito extraordinario, por único en su género al estar centrada en el libro en gallego y portugués, es el de Andel. Xaime Nogueira, que en 1998 la puso en marcha junto a su hermana Conchi, indica que esa característica ayudaba «pero os hábitos lectores están a caer por múltiples causas que inflúen negativamente no valor social do libro». Xaime reconoce que es muy difícil «manter unha estructura dunha librería con fondo como a nosa, que é do século XX e non do XXI. Hoxendía as librerías teñen novidades que rotan porque teñen unha caducidade inmediata».

Andel, además, puede presumir de haberse adelantado a su tiempo ya que antes de abrir tienda física, fue la primera librería virtual gallega. Vendía online con un stock vivo de todo lo que se publicaba en gallego. Esa partida la ganaron empresas como Amazon. A partir del 2005 empezaron a notar su influencia y en el 2007 el gigante ya tenía fondos en gallego además de libro usado. Pero Andel juega con otras bazas y tiene clientes que llegan «porque non atopa fondo nas xeneralistas que nós temos, como de editoriais desaparecidas como A Nosa Terra o Edicións do Castro. Pero o espazo ten un custe e se non rota e a demanda non aumenta, non vai», advierte.