A mayores, la joven y su hermana, Rosa, tuvieron la noche previa una conversación privada «bastante interesante» y «de ahí se sacan vías de investigación». Al día siguiente, 30 de abril, fue a la escuela, a la peluquería y a la tarde salió a correr o caminar como siempre por Samil pero sin teléfono. De vuelta, paró a charlar con un familiar. Quería coger una película en el videoclub al que no fue. El último que la vio fue un vecino de confianza de 35 años que la reconoció cuando andaba sola por una recta, pasada la curva del antiguo matadero, el Museo del Mar, a 400 metros de casa. «Hacía buen tiempo, es una zona muy transitada pero nadie vio nada, allí puedes orillar un coche. Pasó a esa hora a propósito para tropezarse con alguien y así fue. Ella se subió voluntariamente. Nunca volvió. A mi hermana la asesinaron, no se defendió», dice Rosa. Quizás la sedaron porque no hubo lucha.
Tras el caso Diana Quer, Rosa Fernández recurrió a SOS Desaparecidos para reabrir la investigación. «Alguien tiene muchos intereses en que no se le apunte con el dedo. A mi hermana no me la van a devolver pero que encierren al que robó su vida, que lo pague», insiste. «Nos llama la atención un detalle y lo vamos a presentar judicialmente, espero tener más de un as bajo la manga, al releer el sumario vi que faltan muchos datos, quedan cosas por despejar, hay mentiras y contradicciones en las testificaciones que pediremos aclarar, es la baza para darle luz al caso», añade.