El cruce más peligroso sigue sin vallar al año del atropello mortal

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Chóferes de Vitrasa pidieron medidas adicionales tras arrollar a una mujer

09 ene 2018 . Actualizado a las 14:09 h.

El 7 de enero del 2017, una mujer y un hombre fueron alcanzados por un Vitrasa al cruzar con el semáforo en rojo frente al hotel Zenit Lisboa. Ella falleció dos días después en el Hospital Cunqueiro. La intersección de Urzaiz con Gran Vía y Lepanto ha sido señalada desde hace años por expertos en seguridad vial como la más peligrosa de la ciudad.

No hay más que pararse a observar durante un buen rato para darse cuenta de que no hay más infortunios de milagro. La transgresión de las normas de tráfico es incesante por parte tanto de los peatones, que cruzan sin respetar semáforos, como de los conductores, que hacen giros prohibidos en Urzaiz para llegar antes a la salida de la autopista o se saltan el disco en naranja en Gran Vía y llegan en rojo a Lepanto con decenas de viandantes pasando.

Desde hace años se suceden continuos accidentes en el mismo punto. El de un ciclista fue arrollado por un coche o el de una joven objeto de un atropello muy grave del que tardó más de dos años en recuperarse son solo dos ejemplos de una ristra de percances en los que conductores y peatones van esquivando tragedias cada día. Pero a la muerte de la mujer hace justo ahora un año en el fatídico cruce se le sumó una oleada de atropellos que llevó al alcalde, Abel Caballero, a plantearse tomar medidas adicionales en ese punto y otros. El regidor llegó a manifestar que estaban estudiando alternativas. Entre las soluciones, mencionaba la posibilidad de poner vallas en las esquinas de las calles con más tráfico o en Urzaiz, el alargamiento de las jardineras que hace años decidió poner el Ayuntamiento retirando las vallas, ya que buena parte de los accidentes se producen por descuido de los propios peatones al cruzar por zonas indebidas en su afán por ahorrar unos segundos. Las mortíferas cuatro esquinas contaban en el 2009 con esa protección disuasoria, un cercado metálico que impedía a los peatones lanzarse a la aventura.

Recuperarlo le pareció acertado a uno de los colectivos a los que atañe el problema. El presidente del Comité de Empresa, Narciso Pazos, aplaudía el año pasado la colocación de vallas, ya que el método había resultado efectivo en otros puntos conflictivos, como en las esquinas de Venezuela y Ecuador con Gran Vía.

El plan de las vallas disuadiría a los viandantes que ahora no encuentran obstáculos que se lo impidan.

Pero un año después todo sigue exactamente igual y Pazos recuerda que la colocación de esas vallas disuasorias sigue siendo un método interesante. «Es una zona muy conflictiva, pero si el Concello no lo ve oportuno, no podemos hacer nada», comenta añadiendo otra opción: darles algo más de tiempo a los peatones para que crucen en ese semáforo que solo está abierto durante 15 segundos para ellos y se hace eterno para los conductores, que no tienen tiempo a pasar en verde el del muro dela estación y el de la esquina de Lepanto si no van a toda pastilla.

Cronómetro en mano, se tardan 7 minutos y 45 segundos en completar el recorrido circular, una eternidad para los urbanitas.

«Desde que llegamos hace un año hubo más de 20 accidentes, pocos para lo que vemos»

En el cruce más peligroso de Vigo hay testigos de lo que ocurre a diario en posiciones privilegiadas. Por ejemplo, desde la recepción del Hotel Zenit o el Banco Caixa Geral los empleados ven cómo los ciudadanos cruzan jugándosela. Miguel, veterano recepcionista, opina que no son ellos los que tienen que advertir del peligro a sus clientes, sino el Concello. En la entidad financiera están hartos de verlo. Manuel opina que buena parte de los accidentes se producen por descuido de los propios peatones al cruzar por zonas indebidas en su afán por ahorrarse unos segundos.

Desde la hamburguesería La Ruta la visibilidad es todavía mejor. La propietaria, Elizabeth, recuerda el relato del atropello mortal de los que ese día estaban de turno, pero no le sorprende. Hace poco más de un año que abrió el establecimiento y desde entonces han sido testigos de múltiples barrabasadas. «Sin exagerar, puedo decir que hemos visto al menos unos 20 sucesos relacionados con el tráfico en esta confluencia, y me parecen pocos para lo que vemos», indica añadiendo que los ciudadanos cruzan hasta en diagonal y los giros a la izquierda hacia Lepanto subiendo por Urzaiz son constantes.

La criminóloga Ana María Fernández, que hizo hace unos años un estudio de los puntos negros

de tráfico de la ciudad, señaló ese giro prohibido hacia Lepanto para atajar desde que hay que ir por Hernán Cortés y Luis Braille para llegar al mismo punto. La maniobra es tentadora porque el conductor se ahorra un rodeo de kilómetro y medio.