La Asociación de Mercaderes pide que se regularice la venta en la zona de Samil

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

«He pedido licencia y me han dicho en el Concello que solo se las dan a africanos y latinoamericanos», se queja una comerciante

08 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un frío que pela. Son las cuatro de la madrugada cuando los primeros vendedores ecuatorianos llegan al aparcamiento situado junto al paseo de Samil. Colocan parte de un armazón metálico y se marchan a dormir. «Han marcado el puesto y se han largado. Eso no debería de ser así», se queja la titular del puesto que está al lado. En el estacionamiento situado enfrente de la caseta de la Policía Local están dibujados 70 cuadrículas para otros tantos puestos, pero solamente se ocupan las primeras filas.

En Samil vende más el que está más cerca del paseo. De ahí los madrugones, entre las cuatro y las seis de la mañana llegan los primeros. Tienen prohibido extender las mantas sobre el suelo pero es 7 de enero y no se ve a ningún policía, así que las réplicas de bolsos de marca se extienden rápidamente sobre el enlosetado. Las tienen que sortear los runners. Para combatir el frío del norte, los vendedores senegaleses se embozan en sus plumíferos y se calan los gorros de lana hasta las orejas.

En los mostradores se pueden ver y tocar zapatillas deportivas Nike a 20 euros y Adidas a 15. El precio varía según el modelo. También hay sudaderas de marca a 15 euros.

En invierno «no pagamos nada por estar aquí», cuenta Alfredo Vergara, natural de Celanova pero con mucho mundo a cuestas. Emigró a los 14 años a América y regresó en los años 90 cuando la situación política se estaba complicando en Chile. «Yo era amigo de Pablo Neruda», cuenta este ambulante de 71 años que sigue trabajando porque «la pensión no me daría para nada». Alfredo señala que mantienen conversaciones con el Ayuntamiento para legalizar la situación de todos los vendedores de Samil.

La presidenta de la Asociación de Mercaderes Ambulantes de Vigo, Begoña Martínez, confirma que la venta en Samil está pendiente de regularizarse. Su asociación agradece el control municipal en los mercadillo de Bouzas y Coia. «Se han extinguido las mafias y guetos», señala.

Pero a algunos ambulantes, como Tania Lareo, les extraña que les digan en el Concello «que no podemos sacar licencia para trabajar aquí durante el verano porque está reservado a africanos y latinos». Tania es de Vigo y está dada de alta como autónoma. Su puesto ofrece una gran variedad de joyas y bisutería en la que destacan grandes cadenas doradas uno de los productos que más se venden.

Los compradores están encantados con Samil. «Los puestos están bien colocados. Yo suelo venir a pasear y echar una mirada. Si veo algo interesante lo compro. Prefiero darle dinero al pequeño comercio que no a los grandes», cuenta María Pérez.