40 hogares piden ayuda al año por maltratos de familiares enfermos

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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La Oficina de Asistencia a la Víctima pide centros para personas que son violentas en casa

23 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta 40 familiares pasan cada año por la Oficina de Atención a la Víctima de los juzgados de Vigo para pedir ayuda porque son maltratados por un miembro del hogar, que sufre una enfermedad mental. Los perjudicados son padres, hijos o hermanos que se quejan de el familiar con demencia les agrede verbalmente, los amenaza e incluso les pega. Hay casos en los que un implicados a los que se les va la cabeza y llegan a perseguir con un hacha a sus conocidos dentro de casa. La vida en el hogar se convierte en un calvario continuo. La oficina lamenta que, a día de hoy, no haya una solución institucional en Vigo para estos enfermos.

El problema es que nadie quiere que el allegado, generalmente joven y que sufre alteración del comportamiento, vaya a la cárcel por dichas agresiones y piden a la oficina que les aconseje para internarlo en un centro asistencial más adecuado. Aunque este tipo de acciones son un delito de violencia doméstica, también es cierto que los agresores no son delincuentes sino enfermos.

Por la oficina pasan cada año 300 maltratadas por sus parejas pero las víctimas de la violencia en el ámbito familiar son las segundas que más consultas hacen. «Es un problema grave, es gente que en sitaciones de crisis o estrés se comporta fatal en casa y hacen coacciones, agresiones verbales, amenazas y lesiones al resto de la familia. Los allegados vienen aquí a buscar una solución y no la encuentran porque no la hay», dice la gestora procesal y funcionaria de apoyo en Asistencia a la Víctima, Mercedes Vázquez, explica que «las familias que vienen aquí piensan que hay una solución y no la hay». Añade que «se pide un internamiento involuntario si una persona está mentalmente mal y se teme por su vida o por la de los que con él conviven. El psiquiatra del Hospital Álvaro Cunqueiro lo valora y si lo cree procedente lo ingresa. Lo estabilizan y vuelve para casa. El problema es cuando realmente ha cometido un delito en el ámbito familiar, como causar lesiones. Lo condenan y si la pena conlleva ingreso en prisión, lo mandan a A Lama, a un centro penitenciario convencional. La familia sabe que ese centro no es adecuado. Tendría que haber centros específicos en Vigo para penados que sean delincuentes por que tienen una enfermedad mental», dice la funcionaria.

Vázquez ve evidente que no se trata de delincuentes sino de pacientes que necesitan pasar internados un tiempo en un centro apropiado a su dolencia para tomar regularmente la medicación adecuada y volver a la normalidad. Descarta la solución del tratamiento ambulatorio de día «porque algunos tiran la medicación o la esconden». Las familias se quedarían más tranquilas si el paciente es recluido y medicalizado porque sabrían que al salir ya estaría normalizado.

«Nadie quiere que a un hijo de 20 años sin oficio ni beneficio lo metan en A Lama porque temen que salgan peor de allí pero tampoco hay medios para internar a gente así y la familia lo pasa mal. Debería haber un centro de internamiento para estos casos. Los allegados vienen desesperados porque son hermanos que agreden a otros o hijos con problemas mentales que pegan a los padres», dice Vázquez.

La funcionaria señala que solo el centro penitenciario de Picassent, en Valencia, tiene un programa adecuado para recluidos penados tras causar delitos derivados de una enfermedad mental.

«Nadie quiere que metan a su allegado en A Lama por miedo a que salga peor de allí»

La psicóloga: «No hay apoyo de fondo para trabajar el trastorno con padres o hermanos»

Vázquez recalca que cada vez hay más casos de este tipo, que afectan a gente joven, mucha de la cual consumió droga en su día «pero que no son delincuentes».

En algunos casos, la Oficina de Asistencia a la Víctima deriva la consulta a una psicóloga que asesora a víctimas de maltrato. «Esta figura se creó hace poco y es un gran avance, antes hacíamos nosotras de psicólogas sin serlo, las maltratadas descargaban su angustia y las atendíamos con nuestras limitaciones, nos llevaba dos horas», dice Vázquez.

La nueva psicóloga asignada a malos tratos es Enma Diéguez, quien dice que ya le han derivado algún caso de familiar con conflictos en el hogar por enfermedad mental. Una hija pidió ayuda porque su progenitor sufría alteraciones de conducta y preguntó por la posibilidad de incapacitarlo e internarlo con una orden judicial. «Está en vías de resolución, deber ser valorado por el médico forense», explica.

Diéguez lamenta que «no haya apoyo de fondo para trabajar el trastorno de conducta con padres o hermanas y ayudarles a manejarla». Admite que en términos generales «hay pocos centros y plazas para ingresos de gente con trastornos que causan maltrato familiar y es difícil manejarlo en casa, caso de los hijos. Toman medicación y están normal un tiempo pero recaen y vuelven otra vez. A veces, sería bueno hacer más internamientos para el tratamiento psiquiátrico para ser efectivos». Señala que una opción es seguir el tratamiento en centros abiertos para no institucionalizar al paciente «pero en algunos casos no es posible y debe ir a un centro adecuado».