El «Escorial de los mares» recala en Vigo

VIGO CIUDAD

En 1770, entraba en la ría el «Santísima Trinidad», el mayor buque de guerra de su época, con 140 cañones y 4 cubiertas

19 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

E l 12 abril de 1770 fue un día memorable en la ría de Vigo. Porque, dejando atrás las islas Cíes, hacía su aparición el mayor barco de guerra de su época, uno de los pocos buques de línea que tuvo cuatro cubiertas y que iba armado con 120 cañones, que poco después pasarían a ser 140. Era el Santísima Trinidad, al que por su descomunal tamaño apodaban el «Escorial de los mares». Pero 35 años más tarde, en 1805, su hundimiento certificaría en la batalla de Trafalgar el final del dominio marítimo de España.

El Santísima Trinidad fue botado en octubre de 1769 en La Habana. Costó una fortuna: 40.000 ducados españoles. Con más de sesenta metros de eslora, se emplearon en su construcción maderas nobles como la caoba. Y podía transportar más de mil tripulantes.

Sin embargo, poco después de su botadura, se vio que por su tamaño era poco maniobrable. Y se decidió ejecutar obras de mejora, que se realizarían en Galicia. Vigo fue así el primer puerto que conoció en Europa. Y aquí entró aquel 12 de abril de 1770, en una escala en la que se le ensancharon los palos de trinquete y mesana, para mejorar su navegabilidad, ya que el viaje desde el Caribe había dejado dudas en el capitán Joaquín Maguna, encargado de traer el buque a Ferrol, donde tendría su base por expreso deseo del rey Carlos III.

Para hacerse una idea de las dimensiones del «Escorial de los mares», hay que destacar que en 1803 contaba con 136 piezas de artillería que se incrementarían hasta las 140 poco antes de la batalla de Trafalgar.

Solo 13 de los 237 navíos de línea que botó la Armada desde 1687 a 1853 disponían de tres puentes, equipados con entre 100 y 120 cañones. La inmensa mayoría tenían dos puentes, con entre 50 y 80 cañones. El Santísima Trinidad tenía cuatro puentes.

Mucho después de su hundimiento, los Estados Unidos estrenaban en 1836 su primer cuatro puentes: el Pennsylvania, de 136 cañones. También, llegó más tarde el Valmy, de la marina de guerra de Francia. Y la Royal Navy proyectó un cuatro cubiertas al que iban a llamar Duke of Kent, diseñado para albergar 170 cañones, pero el proyecto nunca se llevó a los astilleros.

El Santísima Trinidad se convertiría en el buque insignia, que participó en combates en el Canal de la Mancha durante la guerra contra Gran Bretaña, decidida en apoyo de la Guerra de la Independencia de las colonias americanas. Más tarde, en 1797, el colosal barco participó en la batalla del cabo San Vicente, donde fue cañoneado por una escuadra británica y se salvó de ser capturado por la rápida intervención de otro buque, el San Pelayo, que se interpuso ante el fuego enemigo y permitió ganar tiempo para que llegasen refuerzos.

Pero el momento trágico del Santísima Trinidad llegaría con la batalla de Trafalgar de octubre de 1805. Tras sufrir 200 muertos y 100 heridos, fue capturado por los ingleses, pero su lamentable estado hizo que se hundiese al sur de Cádiz el 24 de octubre, cuando era remolcado por las fragatas británicas HMS Naiad y HMS Phoebe.

Para la literatura, el buque quedó inmortalizado en la novela Trafalgar, la primera de la serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, quien hizo que su protagonista embarcase en el Santísima Trinidad para vivir y contar el desastre naval vivido por la escuadra combinada franco-española ante el poderío inglés de la flota del almirante Nelson.

Y así terminó la historia del Santísima Trinidad, el mayor buque de guerra de su tiempo. El mismo «Escorial de los mares» que una mañana de 1770 asombró a todas las villas de la ría de Vigo, surcando las olas frente a las islas Cíes.