150 profesionales del área sanitaria de Vigo se jubilan con «apertas»

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

La despedida incluyó una obra de Pulido, un vídeo humorístico y el beso de Bustamante

19 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue un acto de los más atípicos que se han celebrado en los últimos años. Nada de discursos formales, excepto uno breve de cierre. La despedida a 150 profesionales del área sanitaria de Vigo contó ayer con ingredientes de todo tipo. Lo primero fue la entrega de una serigrafía del artista Antón Pulido, cuya obra original ha donado a la sanidad pública viguesa. El autor destacó que la hizo con mimo para la ocasión y que se denomina Aperta, porque «o futuro está nas apertas».

El toque de humor lo puso un vídeo producido por el popular Cachocentollo, perteneciente también al ámbito sanitario. En él un grupo de los trabajadores recién jubilados se desmelenan para mostrar sus mejores dotes interpretativas a ritmos de lo más variado y micrófono en mano. Resistiré, Es una lata el trabajar, El baúl de los recuerdos y Hay que venir al sur fueron algunos los temas elegidos. La composición propia avisaba: «Aunque esté más pelado, a un helado te puedo invitar».

También a través de vídeo, el antiguo «triunfito» Bustamante envió una felicitación y un beso a los 92 exprofesionales que se encontraban en el salón de actos del Hospital Álvaro Cunqueiro, donde se celebró el encuentro.

La parte más emotiva tuvo lugar en el momento del homenaje a las personas que ya no estaban presentes. En concreto, fue la hija de la enfermera María Encarnación Ogando Blanco, ya fallecida, quien arrancó la mayor ovación del auditorio tras expresar que «aunque no haya recursos, estos profesionales lo dan todo».

Al conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuiña, le correspondió el discurso de cierre. Reconoció la labor «de los compañeros, que han hecho posible que el área sanitaria haya evolucionado tanto». Admitió que el área ha tenido muchas transformaciones, «la última la más difícil».

A propósito del saludo de Bustamante, Almuiña comentó que «en esta operación triunfo ganan todos, no se expulsa a nadie». Tuvo un recuerdo para las familias, «porque las preocupaciones se llevan a casa». El toque final lo puso la coral Rosalía de Castro del Colegio de Medicos de Pontevedra, que emocionó a los presentes, pese a lo breve del repertorio: Chiquitita, Piel de Canela y Guantanamera.

«Antes no había urgencias, trabajábamos las 24 horas de los 365 días del año»

Francisco López Sobrino ha desarrollado su profesión de médico en Atención Primaria, en concreto en el centro de salud de A Guarda, de donde es natural. «Empezamos en el Instituto Social de la Marina, después pasamos al Insalud y a continuación al Sergas», indica. Reconoce que por una parte tenía ganas de jubilarse y que lo lleva muy bien, aunque «la gente joven viene con más fuerza que antes y ya te quita la presión de las urgencias». Recuerda que al principio eran como médicos rurales. «Trabajábamos las 24 horas de los 365 días del año porque no había servicio de urgencias. Lo que sí había era más contacto humano con los pacientes», destaca este profesional que ha dedicado 38 años a la sanidad.

«Ahora me dedicaré más tiempo y voy a hacer un máster junior de cocina»

Carmen Carrascal Alcántara procede de una familia de farmacéuticos muy conocida en Vigo, pero a ella le tiró siempre la enfermería. Ha dedicado 35 años a esta profesión, lo que le dio pie a pasar por Povisa, el Xeral y Atención Primaria en Coia, donde se ha jubilado. Durante 14 años fue directora de enfermería en el área sur de Pontevedra, etapa de la que guarda muy buen recuerdo. «En general, me gustó mucho la profesión, tienes que formarte continuamente porque la medicina y las patologías cambian», apunta. Reconoce que «se coge cariño a los pacientes y a los familiares». Ahora tendrá más tiempo para ella, al no robárselo el trabajo. «Me dedicaré más tiempo, haré un máster junior de cocina, me encanta cocinar».

«En mi descanso visitaba a los pacientes y en la cafetería ni me conocían»

José Francisco Sampedro Ordás es un celador vigués que ha ido inaugurando dependencias sanitarias a su paso. Primero fue un centro de salud de Valladolid bautizado como la Casa del Barco. «Se parecía al Náutico», observa. Después llegó a tiempo para estrenar el Meixoeiro, donde pasó 25 años. «Como trabajaba en urgencias, al abrir el Álvaro Cunqueiro pasé a él», comenta. En total, dedicó 35 años a esta profesión, aunque cotizados lleva cincuenta, al empezar a trabajar a los 14. «Lo más bonito son los pacientes y la gran cantidad de amistades que hice entre ellos. En la cafetería del hospital no me conocían, porque en ese tiempo de descanso visitaba a los pacientes que habían pasado por urgencias», explica.