Vida Digna ayuda a 1.200 familias y tiene a otras 40 esperando

l.c. llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Cada semana reciben entre cuatro y seis nuevas peticiones de auxilio

16 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La oenegé Vida Digna tiene más de 40 familias en lista de espera. Proporciona comida y ropa a más de 1.200 núcleos familiares. Es el Vigo que no se visualiza cuando se pasea haciendo compras, el que duerme sin estufa en los cajeros automáticos.

«Cada semana recibimos entre cuatro y seis peticiones nuevas de ayuda», dice Paula Cruz, trabajadora social de Vida Digna. «El final de la crisis no se ha notado», añade. La organización recibe excedentes de comida que sobran en la Unión Europea. Otra vez las diferencias. Algunos están ahítos y a otros muchos más les falta lo básico. Para combatir esta situación nació Vida Digna hace 15 años en el seno de un grupo de feligreses de la iglesia evangélica. Hoy constituyen una organización no gubernamental independiente. Al principio eran los inmigrantes sus usuarios. «Cada vez vienen más españoles», relata Ana María Martínez, una de las voluntarias que trabaja codo con codo con Elena Alonso Jáudenes a la que le da reparo que se sepan sus apellidos y que lleva un larga trayectoria en labores sociales, primero en Canido y desde hace dos años en Vida Digna. Elena es una más entre los numerosos voluntarios. Pero se precisan muchos brazos en estas fechas en las que parece más necesario que nunca tender una mano al prójimo. Lo dice Ricardo Misa, fundador de la organización. Elena Muñoz, concejala del PP, apoya la labor que realizan. Ayer fue a interesarse por ella y departió con los voluntarios. El alcalde, Abel Caballero, no quiso quedarse atrás y recordó que su gobierno ha sido el primero en prestar ayuda económica a Vida Digna, 45.000 euros al año de subvención.

Ahora la organización está inmersa en la campaña de recogida de juguetes para que los Reyes Magos puedan entregárselos a los niños el próximo día 5. Será en una gala a la que asistirán entre 600 y 800 infantes. Son los mismos que todos los domingos van a comer al restaurante solidario que la organización regenta en Teis desde hace 10 años. No es un comedor social al uso sino un concepto diferente, que quiere evitar a toda costa que la persona que acude allí pueda sentirse mínimamente acomplejada.

Los voluntarios ponen de relieve que hay un perfil de usuarios, personas de mediana edad, en torno a los 50 años, que pierden su empleo y les resulta muy difícil encontrar otro. A veces se les acaba el paro y las prestaciones sociales y tienen que recurrir a las oenegés.