Vecinos del Rocío desbrozan fincas ajenas por el alto riesgo de incendios

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Solares abandonados por los bancos y otros dueños se han convertido en una selva

30 oct 2017 . Actualizado a las 23:37 h.

Los vecinos del barrio del Rocío, situado entre Coia y Bouzas, se ven obligados a cortar la maleza de otros vecinos y de numerosas fincas abandonadas ante el riesgo de que se pueda prender fuego y amenace sus viviendas. Algunas eran propiedad de empresas inmobiliarias como Vialmar. El estallido de la burbuja inmobiliaria provocó que terrenos que se iban a edificar se hayan convertido en una autentica selva que está en las inmediaciones de numerosas viviendas. Muchos de los solares son ahora propiedad de los bancos, pero las entidades financieras no llevan a cabo ninguna actuación en ellas. Otros son minifundios propiedad de personas mayores o en paradero desconocido, por lo que resulta difícil poder obligarlas a cumplir sus obligaciones.

Hace tres años, el Concello llevó a cabo una limpieza de la zona eliminando malas hierbas para evitar que propagasen el fuego, pero desde entonces, no se ha vuelto a llevar a cabo ninguna otra actuación.

Oscar Vazquez

Los vecinos del Rocío han llevado a cabo una recogida de firmas para que el Concello obligue a los propietarios a adecentar los terrenos y mantenerlos correctamente. Pero como aún no se ha tomado ninguna medida al respecto han decidido desbrozar ellos mismos los terrenos que están más próximos a las casas y ofrecen más riesgo «Hay muchas fincas en muy mal estado y la gente corre peligro», señala Jesús Sánchez, antiguo trabajador de Sintel, que no duda en coger la máquina de desbrozar para limpiar los solares llenos de maleza de la calle Isidoro Romero.

Para llegar a algunas viviendas del barrio hay que atravesar estrechos caminos con una vegetación a ambos lados que supera los cuatro metros de altura. A pesar de la sequía, se alzan grandes cañaverales y árboles, además de zarzas y silvas. El motivo de tanta frondosidad es que por la zona se halla un manantial que da lugar a una fuentes en las inmediaciones. Surte de agua a un lavadero prácticamente abandonado.

«Si el día de los incendios hubiese llegado una chispa aquí, hubiesen ardido todas las casas», señala Carlos Pérez Vázquez. «Esto es una bomba», corrobora Jesús Sánchez señalando una inmensa masa boscosa de miles de metros cuadrados que sigue medrando sin ningún tipo de control sanitario ni limpieza. La vecina Ángeles Romero añade que con tanta vegetación descontrolada «nos comen los bichos» y proliferan las ratas y otros animales que campan a sus anchas.