Un anillo verde será el cortafuegos de Vigo

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Concello y comuneros acuerdan plantar frondosas a ambos márgenes de las pistas forestales

22 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La ciudad de Vigo está rodeada de montes cubiertos de bosques y eso tiene su peligro. Se vio el pasado domingo, cuando los incendios forestales llegaron a barrios como Fragoselo y Navia, a las puertas del casco urbano. Para evitar más sustos, el Concello y las comunidades de montes pondrán en marcha un proyecto de cortafuegos que consiste en plantar un anillo verde repoblado con bosques de especies frondosas como el roble, castaño o cerezo. Estos árboles son más resistentes al fuego que el pino y el eucalipto y frenan el avance de las llamas. La idea es que blinden como una muralla el casco urbano de Vigo.

El plan Anel Verde se selló en una reunión urgente celebrada en los días posteriores al fuego del pasado domingo y ahora el Concello y los comuneros de Vigo buscarán ayudas para financiar esta reforestación que obligaría a una siembra y compra de ejemplares a gran escala. También habrá que talar los árboles quemados. Para sufragarlo será necesario pedir la declaración de zona catastrófica y captar fondos de la UE.

El cinturón ecológico rodearía la ciudad a lo largo de 20 kilómetros, de Saiáns a Candeán, y serviría de paseo a senderistas y ciclistas. La repoblación con carballeiras y soutos ocuparía franjas de 30 metros a ambos márgenes de las pistas principales de las comunidades. Los expertos comprobaron que el día 15 el viento del sur impulsó el fuego de O Val Miñor a Vigo con mayor rapidez donde había eucaliptos y pinos, que quedaron carbonizados, y se frenó en bosques de frondosas.

Vertido de paja en el monte Alba

Un total de 60 voluntarios del programa medioambiental Camiño a Camiño y comuneros de Valadares vertieron ayer 17 toneladas de paja sobre las laderas calcinadas del monte Alba, entre la capilla y el bar Sanatorio. El plan consiste en que la hierba seca de tipo largo frene la erosión del suelo por las lluvias, evite que el agua arrastre la ceniza, proteja y fije los nutrientes y favorezca la germinación. Es un recurso limpio y sin semilla que no deja rastro. El tipo de paja usada es similar al de las camas de los animales del zoo de A Madroa. Su calidad media es la más idónea para cubrir el monte quemado. Ahora mismo hay escasez en el mercado a causa de la sequía.

Esta técnica experimental es la más recomendada por los expertos consultados por el Concello y se basa en las ideas desarrolladas por el Centro de Experimentación y Formación Agroforestal de Lourizán, en Pontevedra. La iniciativa se extenderá al monte Cepudo, también carbonizado, y a las lomas de Valadares.

El operativo comenzó ayer a las 9.30 horas bajo la dirección de la concejala de Medio Ambiente, Chus Lago, que examinó en los planos las vaguadas y laderas que había que reforzar urgentemente. Le asesoraron biólogos e ingenieros de montes de la Xunta. Una grúa diseminó alpacas de 400 kilos de paja por las laderas y los voluntarios distribuyeron 250 gramos por metro cuadrado, que es la proporción más adecuada. «Isto foi unha salvajada, unha animalada, en 30 anos nunca ardera igual. Eu tiña que vir aquí, este desastre hai que palialo dalgunha maneira. Cando chova, isto caerá para nós», dijo una comunera que colaboró. Y la vecina Julia Comesaña desaconsejó subir a sembrar.

Desde la capilla del Alba se divisa la comarca carbonizada de O Val Miñor y los montes de Coruxo y Valadares. La zona cero es el castro de Chandebrito, una colina abrasada en la que ahora se distinguen las antiguas murallas. Los ciclistas y visitantes regresaron ayer al monte Alba, en el que aún quedaban rescoldos.