La prostitución ocupa cada vez más viviendas en el Casco Vello

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Vecinos de la zona denuncian que las colas para acceder a pisos se dan casi todos los días

11 oct 2017 . Actualizado a las 13:55 h.

El comercio de sexo en Vigo no es exclusivo de la noche. Basta con recorrer, de mañana, la calle Ferrería y su entorno para darse cuenta. Las miradas de las mujeres apoyadas en paredes, escaleras o taburetes con cojines buscan la complicidad de los peatones que pasean por la zona para dar rienda suelta a sus pasiones a cambio de dinero. «Esto es un club, ¿quieres pasar?», dice apoyada en la puerta de un casa a todo varón que transita por la zona una mujer de unos 50 años y con el rostro retocado a golpe de bisturí.

La Voz quiso conocer la opinión de estas mujeres tan criticadas por sus vecinos. «Buenos días, quería saber su opinión sobre las quejas que relacionan el cierre de negocios en esta zona con la labor que ejercen». La respuesta es rotunda: «No, no, no queremos saber nada de la prensa». Mientras, la puerta que da acceso al interior del club se abre y asoma una joven con acento de Europa del Este, morena, muy maquillada, con vestido de noche corto, tacones altos y un fuerte olor a colonia que pregunta a la que parece ser su jefa: «¿Qué quiere? ¿Es un cliente?». La señora responde que no a la vez que ambas se adentran en el local sin dar respuestas.

Los que sí hablan alto y claro, una vez más, son los vecinos que forman parte del colectivo Casco Vello. Pero con reservas a la hora dar sus nombres y apellidos. «No todas trabajan para proxenetas, pero algunas sí. Ya hemos cruzado algunas palabras con ellos y no queremos problemas», razonan en el colectivo para mantener su anonimato.

Otros residentes no vinculados con la asociación vecinal tampoco saben qué hacer para frenar el escenario que les rodea. El problema, coinciden todos las residentes consultados, es que la situación va a más. No hace tantos días murió un cliente estando en uno de los pisos. «Además de las mujeres de toda la vida, ahora se está dando el fenómeno de la cama caliente. Son unas tres chicas que alquilaron un piso y si dos de ellas, o las tres, tienen un cliente al mismo tiempo, se forman colas en el portal que dan mala imagen. Hablamos de que esto puede pasar a cualquier hora del día», indican varios vecinos. Otra viguesa, que habita desde niña en A Ferrería, revela que los días que llegan trasatlánticos al puerto de la ciudad es común ver a trabajadores de estos hoteles flotantes hacer cola para esperar su turno de subida. «Son numerosas las veces en las que la demanda supera ampliamente la oferta, y eso habría que solucionarlo. Se les ve llegar con prisas, hacen colas y se monta mucho jaleo a cualquier hora del día y casi a diario».

Otro escenario común se vive en un inmueble cercano. Las mujeres que ejercen en este edificio, relatan testigos, lo hacen en el portal: «Tienen una cortinilla que deja entrever lo que ocurre dentro. Ellas están en la calle e introducen a los clientes turnándose si la demanda es muy elevada». Lo que parece claro es que el problema está lejos de remitir, y en consecuencia las molestias que denuncian los vecinos.