Cuando ya estaba concluyen el año 2005, la entonces conselleira de Cultura, Ánxela Bugallo, y Corina Porro, a la sazón alcaldesa de Vigo, firmaban un protocolo de actuación para recuperar y poner en valor esta factoría de salazón romana del siglo I. A través de la Dirección Xeral de Patrimonio, la Xunta aportaba casi un millón de euros para la conservación y musealización de los restos encontrados.
El Concello se comprometía a adquirir la titularidad de los terrenos y a realizar los trámites administrativos. Los tres solares pertenecía a una promotora inmobiliaria que pretendía construir en la zona.
Aunque la Gerencia de Urbanismo llegó a aprobar un convenio de planeamiento urbanístico, que permitiría desbloquear la musealización, las dificultades administrativas comenzaron a paralizar el proyecto. Después llegó la crisis económica y la ruina para la empresa propietaria de los terrenos, debido a las deudas adquiridas con el BBVA. Los tres solares acabaron entre los activos inmovilizados del banco, que ahora quiere vender.