Responsabilidad en las Cíes

Antón lois VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

La masificación tiene que ver con la promoción turística de las islas

24 sep 2017 . Actualizado a las 11:48 h.

Decíamos la semana pasada que no es el reiterado exceso de visitantes a las Cíes su mayor problema de conservación, pero no por ello deja de ser grave. Es un problema que no surge espontáneamente y quizás deberíamos aprovechar el revuelo generado para hacernos algunas preguntas. Si cuando se estaban a punto de traspasar las competencias a la Xunta en el 2008 su entonces presidente lo resumía así: «Este verano todos nos podremos bañar en un parque nacional de las Illas Atlánticas gestionado por la Xunta», ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Cuando la Consellería de Medio Ambiente enviaba verano tras verano notas a los medios de comunicación felicitándose por batir un año más el récord de visitantes a las Cíes y al resto de islas, marcándose como reto conseguir más visitantes el año siguiente, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Cuando se instalaban en Vigo docenas de señales dirigiendo el tráfico hacia las estación marítima con el texto «Illas Cíes. A mellor praia do mundo» sin referencia a su condición de espacio natural protegido, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Cuando se lanzaba una campaña promocional del Concello de Vigo en la que autobuses recorriendo España lucían una foto de las Cíes sobre las que, en letras enormes, se leía «Vigo, vive sus playas», ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Cuando en una revista de una compañía aérea un reportaje sobre las Cíes destacaba como el principal valor sus playas y el propio Concello se autofelicitaba por su contribución a batir el récord de visitantes a las islas, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Si el presidente de la autoridad portuaria de Vigo proponía como iniciativa para aumentar el número de cruceros a la ciudad promocionar las visitas a las Cíes, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Si a las empresas que optaban al refuerzo del servicio de guías e información a visitantes en la temporada de verano en Cíes se les exigía que diseñaran nuevas rutas por las islas, y cuantas más mejor, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Cuando las navieras duplicaban el número de visitantes autorizados y se consideraba «ejemplar» imponerles una sanción de 12.000 euros que en base a recursos ni siquiera pagaban, ¿qué mensaje estábamos transmitiendo? Si solo este mes de agosto la venta de billetes excediendo el máximo autorizado superaba el medio millón de euros con días en los que el máximo de visitantes no solo se duplicaba, sino que se triplicaba, ¿qué cantidad consideraremos ahora «sanción ejemplar», otra vez el 10% del beneficio fraudulento? Todas estas preguntas nos conducen a la primera pregunta final: si este es el mensaje claro que se lleva años enviando a través de los medios desde Xunta, Concello, Navieras y operadores turísticos, ¿de verdad a alguien le sorprende que todos los agentes y actores sociales entendieran el mensaje y actuasen en consecuencia? Si durante al menos los últimos quince años, desde que es parte del parque nacional, las Cíes se promocionaron como un simple producto turístico, ¿a quien sorprende que sean tratadas como un simple producto turístico? La pregunta final tiene que ver con las responsabilidades políticas. Cuando por fin la Xunta actúa se les exigen, porque las tienen. Que por fin se decidieran a poner fin a esta situación no les exime de los años de tolerancia y connivencia, y esperemos que alguien asuma esa responsabilidad, pero también debería ser asumida por todos los que durante años enviaron el mensaje equivocado. Quizás deberíamos volver al inicio del problema e invitar a visitar las Cíes de nuevo a Gavin McOwan, el periodista de The Guardian que las definió como «la mejor playa del mundo» y las describía como lugar prístino, deshabitado, abierto solo en verano y sin apenas gente (sin una sola mención a Vigo, sino a la «bonita ciudad de Baiona» como punto de salida). Probablemente un domingo de agosto, con 8.000 personas a su alrededor, la percepción de McOwan sería diferente.