A punto de comenzar el otoño todavía desconocemos qué tiene pensado hacer con el Marco el suministrador mayor de euros de su patronato. A falta de tres meses y medio para concluir el año, seguimos esperando algo más que vagos indicios para entrever si habrá programación para el año 2018. Desde diversos ámbitos de la cultura hay voces que ya lamentan el fin de aquel proyecto aplaudido en el resto de España. Se preguntan si será una muesca más en la larga lista de decesos culturales que padece esta ciudad.
Porque en Vigo hay tradición de culturicidio, si se puede emplear el término. No son pocos los máximos mandatarios locales que han apostado por eliminar herramientas culturales de renombre internacional por no hallar en sus organizadores el aplauso que tanto gusta a los césares. O, incluso, por haber heredado una buena idea de sus antecesores.
Ocurrió con el tándem Castrillo-Príncipe. Aquel bipartito luce la muesca de la Fotobienal, uno de los grandes hitos culturales de este municipio. Corina Porro se decantó por matar el Festival Para Vigo me Voy, un evento original por su nombre y sus contenidos. Y Abel Caballero junto a Santiago Domínguez pueden presumir de eliminar el Festival Are More, de tan grato recuerdo para los melómanos vigueses. Ya parece una tradición.
Si algo funciona no debe tocarse. Y si se hace es para dotarlo de más medios que le permitan incidir en la exitosa vía. La ausencia de noticias respecto al Marco no es buena para nadie. Es de esperar que este museo supere estos baches y vuelva a ser el buque insignia de la cultura en Vigo.