La pieza que le falta al parque nacional

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

MARCOS CANOSA

La Costa da Vela permite contemplar las Illas Atlánticas y debería estar protegida como ellas

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy nos vamos al otro extremo de la ría de Vigo, al Monte do Facho en Donón. Llegar es muy sencillo, pues partiendo de Hío (no dejen de ver su cruceiro) la carretera está perfectamente indicada hasta llegar al aparcamiento de la caracola, una escultura de acero que ya resulta una parada obligada para el disfrute de las puestas de sol. Desde allí comenzaremos la ascensión subiendo por un camino empedrado en el que podremos ver las marcas que dejaron siglos de paso de carros.

Nos encontramos en la parte occidental, protegida del mar y los vientos dominantes, por lo que alrededor veremos tierras fértiles y zonas de cultivo, la mayoría de ellas actualmente abandonadas. Todavía quedan en pie los restos de viejas cabañas de pastores y de las casas de una antigua aldea que, en régimen feudal, ocupaba la ladera y en la que agricultura y ganadería de subsistencia sobrevivían a duras penas en condiciones extremadamente duras. Buena parte de la vegetación que nos rodea está condicionada por aquella circunstancia.

Terminado el camino empedrado llegaremos a un repecho rodeados de eucaliptos. Justamente aquí, donde sería necesaria, no existe indicación alguna que nos oriente, por lo que sigan su instinto y continúen ascendiendo hacia la izquierda. Son los últimos metros que nos conducirán a la cima.

Estaremos rodeados de una excelente representación de nuestra flora de montaña: xestas, toxos, carqueixas, queirugas, carpazas, ericas. Esta vegetación, de matorral y monte bajo, extremadamente resistente a las condiciones adversas, era la que constituía el manto vegetal de todo el litoral atlántico hasta que a principios del siglo pasado las repoblaciones forestales masivas alteraron todo el ecosistema, islas incluidas.

La posibilidad de ver especies en peligro de extinción siempre aporta un valor añadido a las caminatas y en este caso tenemos un enorme rebaño con las que además podremos interactuar sin ponerlas en peligro. Muchas razas autóctonas de ganado doméstico están amenazadas y en esa zona podremos ver un enorme rebaño de cabras, un meritorio esfuerzo para, por una parte, recuperar la raza de cabra gallega y al mismo tiempo, en colaboración con las comunidades de montes, realizar una importante labor de control del matorral y monte bajo. Un sistema ecológico y eficiente para la prevención de incendios. Curiosas por naturaleza enseguida nos rodearán y conviene no perderlas de vista pues cualquier cosa que llevemos en la mochila es susceptible de que lo consideren comestible, incluida la propia mochila.

Menos dispuestos a dejarse ver encontraremos al borde del camino abundantes huellas de xabarín, raposo, teixugo, aunque los enormes bloques graníticos expuestos al sol son fundamentalmente el paraíso de los reptiles como el enorme lagarto arnal que nos observará displicente desde las rocas y por supuesto las aves.

Escucharemos el estruendoso relincho de su canto y el tableteo en los pinos de los pájaros carpinteros y los vencejos nos pasarán rozando con sus vuelos acrobáticos a la caza de insectos. Andan estos días muy ocupados acumulando todo el alimento posible pues en breve iniciarán su migración al centro de África. En paso migratorio podremos ver también a muchas aves marinas y con suerte disfrutar de las zambullidas en picado de los alcatraces y charranes.

La potencia paisajística del lugar resulta fascinante, y su consideración también como enclave estratégico viene de lejos. Allí se asentó un castro galaico, un santuario romano y en el siglo XVIII un puesto de vigilancia militar del que todavía se conserva una garita. Tenemos casi al frente las Cíes, al norte Ons y Sálvora al fondo. Desde pocos lugares se puede contemplar casi al completo el Parque Nacional das Illas Atlánticas, incluida su parte marítima que representa el 85% de la zona protegida. Son piezas únicas, que como todo puzzle multiplican su valor al unirse. Por eso Costa da Vela debería incorporarse al parque nacional y aportarle una muy necesaria continuidad ecológica.

ANTON LOIS

El tojo está donde debe

El toxo (Ilex europaeus) y su parásita la barba de raposo, con los que todos nos hemos pinchado alguna vez con sus agujas que en realidad son hojas fortificadas. Cuando hablamos de las especies exóticas invasoras siempre lo vemos desde la perspectiva receptora, pero no olvidemos que somos también el origen y el toxo está considerado una de las cien especies invasoras más dañinas a nivel mundial. Afortunadamente aquí está donde debe estar.