Abandono, suciedad y mal ambiente hacen de Jacinto Benavente una calle marginal

MANU OTERO VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Los vecinos ya han recogido firmas en dos ocasiones para solicitar al Concello la mejora integral de este céntrico barrio

17 ago 2017 . Actualizado a las 13:39 h.

Fábricas abandonadas tomadas por okupas y en pésimo estado de conservación, un ambiente nocturno de peleas y prostitución que hace que la presencia policial sea prácticamente constante, solares invadidos por maleza y manadas de gatos callejeros, así como la falta de lugares de ocio hacen de la calle Jacinto Benavente y su entorno un barrio marginal. «Sacar al perro a pasear por aquí de noche es imposible», ilustra Regina Díaz, vecina de la calle Instituto Oceanográfico que paseaba ayer con su mascota por la parte trasera del auditorio Mar de Vigo.

El complejo, que incluye el hotel Eurostars, también se ve perjudicado por este emplazamiento. «Buen hotel en un entorno regular», «salvo la ubicación, muy bien» o «rodeado de edificios abandonados y en una zona muy descuidada» son solo una muestra de las valoraciones que hacen los huéspedes en plataformas como Tripadvisor del entorno del edificio Mar de Vigo.

Los residentes están hartos de vivir en estas condiciones y ya han recogido firmas para denunciar ante el Concello la peligrosidad que entrañan estos edificios abandonados. «Están llenos de okupas, siempre hay trapicheos y peleas, todos los días está la policía aquí», lamenta Merche Vicente, vecina de Marqués de Valterra. «De noche tratamos de evitar pasar por aquí y en invierno, que oscurece antes, es peor», añade Jaime Tomé, que paseaba ayer en bici con sus hijos por Jacinto Benavente.

No solo el ambiente que se respira en el barrio genera malestar entre los residentes. El estado de la antigua Cordelerías Mar, con las ventanas rotas y una cornisa metálica provisional, también es preocupante. «Cuando hace algo de viento se llena todo de cristales y cuando llueve [la cornisa] se llena de agua y parece que se va a venir abajo», relata Díaz. Entre esta nave y la otra fábrica abandonada tomada por los okupas, se encuentra un solar lleno de basura y maleza. Al igual que la finca que corona la parte alta de Instituto Oceanográfico. «Es un asco, está lleno de gatos y pulgas», critican los vecinos.

El mal estado del barrio no se centra solo en estas tres calles. En un aparcamiento anexo a la calle Beiramar, permanece un coche abandonado, que sufrió el ataque de los vándalos y le sustrajeron las cuatro ruedas, saquearon el interior del vehículo y lo llenaron de pintadas. En el entorno del colegio, lamentan los vecinos el cierre de la guardería para abrir el albergue en el que las riñas son habituales.

«Los turistas vienen por el hotel y las vistas, pero cuando llegan no tienen ni un bar»

Por si la presencia de edificios abandonados, la suciedad de los solares y el mal ambiente de la zona no fuese suficiente perjuicio, los vecinos se quejan por la falta de servicios en el barrio. Algo que repercute directamente en la imagen de la ciudad, ya que muchos turistas se alojan en el hotel Mar de Vigo. «Cuando reservan, ven un hotel nuevo, con vistas a la ría, pero al llegar no tienen ni un bar», lamenta Eugenio Cota, vecino del lugar.

También protestan los residentes por lo descuidadas que están estas calles. Algo que el Concello tiene previsto arreglar con la humanización de la calle Marqués de Valterra, que contará con un ascensor en la intersección con Instituto Oceanográfico para enlazar directamente con Torrecedeira. Los trámites ya están en marcha. «A ver si es verdad, porque hace mucha falta», afirma con desconfianza Regina Díaz que pide al gobierno local que también tome medidas con los propietarios de las fábricas abandonadas para que «al menos, arreglen las fachadas», reclama.

Urbanización

Una solución a los problemas de convivencia en esta manzana pasaba por la reconversión de la zona industrial abandonada en suelo residencial. Existía ya un proyecto para la construcción de bloques de viviendas, pero el estallido de la burbuja inmobiliaria y la anulación del Plan Xeral de Ordenación Municipal en el 2015 dio al traste con esta iniciativa y condenó a los residentes de las calles aledañas a seguir viviendo rodeados de edificios en ruinas y soportando riñas entre okupas hasta que un nuevo proyecto les devuelva la esperanza.