La base de los mejores regatistas vigueses

Antía Davila Pérez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

cedida

Carlos Villar es uno de los técnicos de vela del Náutico que impulsan a los deportistas a conquistar podios

04 ago 2017 . Actualizado a las 12:59 h.

La vida de Carlos Villar gira en torno al agua. «Siempre que puedo me escapo a navegar», asegura. Para cualquier amante del mar esta es una vía para olvidarse del trabajo, pero la profesión de Villar es, precisamente, navegar. El cangués es, desde hace cinco años, entrenador de vela en el Real Club Náutico de Vigo, y desde hace cuatro también coordinador de esta disciplina. Durante ese tiempo, Villar ha visto crecer la vela como deporte en la ría, que considera un «entorno privilegiado para esta disciplina. Las condiciones son exigentes pero a la vez aporta mucha seguridad tener siempre costa alrededor», describe.

El Náutico de Vigo se encuentra en una situación idónea para impulsar la vela, y Villar ha hecho de esa tarea su bandera: «Con esfuerzo hemos ido captando gente en las escuelas, aunque también buscamos mantener a quienes comienzan». Así han llegado a entrenar a los 170 regatistas que tiene el Náutico en vela en la temporada de invierno, mientras que en la de verano pueden llegar a tener 140 deportistas por día. El entrenador asegura que el club tiene mucho que ver: «Los triunfos son un síntoma del bienestar de la escuela. Tener una buena base es fundamental», destaca. Los resultados hablan por sí solos: «Los regatistas del Náutico siempre están presentes a nivel nacional e internacional, participan en competiciones por todo el continente». Y sus entrenadores les acompañan.

Villar lleva cinco años recorriendo Europa con los equipos de Vaurien a los que entrena, de mundial en mundial: «Durante doce días haces de entrenador y también de padre, son jornadas muy intensas y exigentes, pero muy gratificantes». Y es que los entrenadores son un apoyo esencial para los deportistas, tanto a nivel físico como a nivel psicológico: «Las condiciones pueden ser complicadas y debes cuidar de su estado físico», además «al final estás en el agua con ellos, los conoces, sabes cómo formarlos y darles lo que piden».

Villar se preocupa porque sus deportistas tengan la oportunidad de aprender de los mejores: «En Vigo hay grandes regatistas: Sara Araújo, Alberto Viejo, Luis Bugallo... Siempre que pasan por la ciudad los llamo para que vengan a dar alguna charla a los deportistas», explica, «y yo también les hago consultas técnicas a veces». Aunque no solo hace falta formación para ser un buen técnico: «El entrenador tiene que tener más ganas que cualquier niño a la hora de practicar este y cualquier deporte».

El coordinador de vela asegura que «el límite para practicar este deporte te lo pones tú. Es una disciplina que puedes ejercer desde los seis o siete años hasta infinito. En el club tenemos gente mayor de sesenta años». El cangués se refiere a un grupo que comprende desde los 25 hasta los 65 años: «Yo les llamo el grupo de los papis», explica divertido. «Entrenamos todos los viernes de todo el año, no por competir, sino por disfrutar», y asegura que «nos divertimos mucho, que al final es lo más importante. Es el Kit-Kat del día».

La vela como estilo de vida

«La vela no es solo mi trabajo, es mi estilo de vida», afirma Villar orgulloso. Con tan solo siete años se inició en el deporte acuático: «Mi padre siempre ha sido un hombre de mar, y quiso transmitirme de alguna manera esa pasión, por eso le pidió a un amigo de la familia que me llevase a practicar vela. Lo probé, me encantó, y desde entonces no he dejado de navegar», explica el técnico. Sin embargo no fue hasta hace 15 años cuando tomó la decisión de convertirlo en su trabajo. «Era responsable de calidad, pero me llamaron de un club y me ofrecieron la oportunidad de entrenar un par de equipos». Aceptar esta oferta supuso un giro en la vida del técnico. «Desde entonces no he dejado de entrenar», aunque reconoce que es una profesión exigente: «Trabajamos por la semana y también durante los fines de semana ya que es cuando la gente tiene tiempo libre para practicar vela», y añade: «Al final la familia es quien más lo sufre, nosotros lo hacemos porque nos apasiona, si no sería imposible dedicar tanto tiempo a ello».