28 jul 2017 . Actualizado a las 19:22 h.

Tenemos unos hermanos esquimales. Cierto que nadie se acuerda de ellos, pero allí están, en una aldea perdida en el mar del Labrador. Porque, desde 1984, y por genial idea del alcalde Soto, Vigo está hermanada con la localidad de Narsaq, un poblado de apenas 1.500 habitantes que actualmente, según la wikipedia, cuenta con un ayuntamiento, dos supermercados, una iglesia, una escuela primaria, un centro de salud y un cibercafé. Hace 33 años es probable que allí sólo hubiese iglúes.

Estos días bajo cero nos hacen recordar a nuestros hermanos esquimales. Que hace tres décadas vinieron incluso a visitarnos. Soto invitó a viajar desde Narsaq a su alcaldesa, Agnette Nielssen, que llegó acompañada por tres concejales, todos de etnia inuit. En aquellos tiempos surrealistas, en que pasaban cosas de Berlanga, la visita resultó curiosa. Sobre todo por el idioma. Y porque nuestros nuevos amigos de Groenladia no entendían bien tanto agasajo. Pero el Compañeiro planeó la misión confiando en obtener nuevos caladeros en Groenlandia para la flota de altura viguesa. Eso es geopolítica y lo demás son cuentos.

La alcaldesa Nielssen aparece fumando en todas las fotos. Y dejó el titular del siglo: « La principal diferencia entre Vigo y Narsaq es que allí, cuando queremos tomar un güisqui, nos sobra el hielo». En una comida de gala en el pazo de Castrelos, les servimos ostras, pulpo, empanada, camarones y chuletón de Moaña. Bien comidos volvieron, desde luego. Pero, desde su regreso a casa, nada se supo. Aunque estos días de frío polar nos acordamos de ellos: son nuestros hermanos esquimales.