28 jul 2017 . Actualizado a las 19:22 h.

En el año 4017, robots humanoides representarán el Vigo del 2017. Sucesivas excavaciones arqueológicas habrán dejado al descubierto el viejo edificio del Concello, los restos del puente de Rande y media docena de rotondas. Vestidos con americanas con hombreras y con un vistoso pelo cardado, los androides saludarán a la moda del siglo XXI, bailarán el Aserejé y se arrojarán teléfonos móviles a la cabeza. En resumen, el catálogo de lo que los arqueólogos del siglo XLI considerarán que era la vida diaria en nuestra era.

El hallazgo del Sireno hablará de la religión que adoraba al hombre-pez. El barco de Coia demostrará una misteriosa subida del nivel del mar a finales del siglo XX. Y los estudiosos seguirán debatiendo la función de un armazón de hierro, con forma de dinosaurio, que aún tiene adheridas hojas fósiles de boj.

Algún día muy lejano habrá representaciones del Vigo de hoy, como las que se hacen en la villa romana de Toralla todos los jueves del verano. Y, si pudiésemos viajar en el tiempo, y contemplar el espectáculo, tal vez sentiríamos lo mismo que un vigués tardoimperial que viajase a un jueves de nuestros días. La sorpresa tal vez sería similar a la que se llevaría Cachamuiña si se apareciese en la Reconquista comiendo un choripán. O si un antiguo castrexo viajase a Mos a la Festa da Prehistoria. Y se encontrase algún troglodita sobrevenido y vestido con taparrabos de piel... ¡De leopardo!

Por fortuna, no sabemos cómo nos recrearán los vigueses del 4017. O, siguiendo la nueva datación vigente en esa época, del 2010 d.C. Contándose para entonces los años después de Caballero.