Un perro por cada nueve vigueses

María Jesús Fuente Decimavilla
María jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

María Jesús Fuente

Casi 33.000 canes viven ya en el entorno urbano. Son 7.000 más que los registrados en el Concello hace dos años. «Suplen la falta de vínculos emocionales de las personas», dice el presidente de los veterinarios

26 jul 2017 . Actualizado a las 11:35 h.

El crecimiento de la población canina de Vigo es imparable. Lo demuestra el censo de la Consellería de Medio Ambiente: en la actualidad están registrados 32.892 perros, o lo que es igual, uno por cada nueve vigueses. La cifra se aleja a pasos agigantados de los 28.400 que hace menos de un año, en concreto en octubre del 2016, constataba el Colegio de Veterinarios de Pontevedra. Tampoco tiene nada que ver con los inscritos en febrero del 2015 en el Concello, 25.861, lo que indica el progresivo aumento de estos animales de compañía.

Psicólogos y veterinarios coinciden en que el aumento de mascotas, sobre todo de perros y gatos, tiene que ver con el incremento de las personas que viven solas, tal como reconoce el presidente del Colegio de Veterinarios de Pontevedra, Luis Núñez.

«Con su cariño incondicional suplen la falta de vínculos emocionales de las personas», comenta el veterinario. Tiene claro que los animales domésticos contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas de diferentes edades y situaciones: niños, mayores, personas con algún tipo de discapacidad...

El Concello de Vigo ha aprobado con carácter inicial una nueva normativa para la protección y tenencia de animales de compañía. Una de las novedades es la disposición en la que se acepta que los perros puedan transitar en libertad, aunque acompañados por sus dueños, por algunos de los arenales del término municipal. El gobierno local ya ha anunciado que en breve habrá «una playa céntrica» para que los canes puedan pasear. La normativa deja claro que los considerados como potencialmente peligrosos deberán ir siempre sujetos con correa y bozal en espacios públicos. Las infracciones irán desde los cien euros, en el caso de las leves, a los 30.000, las muy graves.

Precisamente el número de perros potencialmente peligrosos apenas varía. Incluso ha descendido levemente. En la actualidad están registrados 1.360 frente a los 1.376 de hace algo menos de un año y a los 1.213 de hace dos y medio. En cualquier caso, Vigo encabeza la lista de las ciudades gallegas en lo que se refiere al número de perros. En la provincia son 164.632 los censados y en Galicia suman 470.468.

Solo en la protectora de animales de A Madroa hay más de una veintena de canes potencialmente peligrosos confinados al estar implicados en procesos administrativos o judiciales. No pueden estar sueltos y permanecen custodiados hasta que se resuelva el caso en el que se encuentran inmersos. Algunos llegan a estar hasta dos años en esa situación, cuando se decreta la devolución a su amo. Esta circunstancia hace que muchos de los animales se hayan vuelto como mínimo huraños, como consecuencia del tiempo que pasan recluidos.

Colectivos animalistas difieren de la denominación de peligrosos y organizan manifestaciones en su favor. Es el caso de la caminata que tuvo lugar en la ciudad, en paralelo a las organizadas en otros países, para hacer ver que la peligrosidad no viene determinada por la raza.

DOS EJEMPLOS

María Jesús Fuente

Fátima Martínez López y Lula

«Lula es una más en la familia, la llevo hasta a los furanchos»

Una amiga le regaló el un schnauzer enano cuando vivía sola, pese a no estar muy convencida, porque pasaba catorce horas fuera de casa por el trabajo. «Para atenderlo y sacarlo a la calle tuve que madrugar un poco. Por la noche, en vez de tomar una cerveza me iba a casa a sacarlo otra vez», comenta. Admite que requiere un poco de sacrificio y esfuerzo, pero lo hace de buena gana. «Le compré un trasportín y lo llevo en la moto y de viaje. Siempre viene conmigo, nunca lo dejé en guardería», indica Fátima Martínez. Cuando viaja busca hoteles para perros y no hay ningún problema. También lo lleva a tomar algo. «Lula es una más en la familia, la llevo hasta a los furanchos, allí me dejan. Si no, me quedo en una terraza», añade.

María Jesús Fuente

Carlos Alberto Martín Rivero y Prince

«Hay psicólogos que dicen que es una terapia; Prince anima a mis padres»

A Carlos Alberto el yorkshire terrier le llegó de rebote. «Era de mi hija mayor. Cuando se hizo con el bulldog francés se lo pasó a su hermana. En octubre cumplirá diez años en casa». En realidad es él quien más lo pasea. Y lo hace con gusto, no se queja. «Hay psicólogos que dicen que es una terapia. De hecho, a veces llevo a Prince a ver a mis padres, les anima mucho después de la muerte de mi hermana mayor y del hermano pequeño», explica. «Normalmente lo saco yo a pasear y, aunque es de la familia, tiene predilección por mí. Mis hijas no me hacían el reconocimiento que me hace él cuando le compro juguetes; tiene de todo, está enviciado», añade. Para él también ha sido una ayuda en los momentos de tristeza.