Un paseo que guarda los secretos de Cíes

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

MANUEL MARRAS

Aún queda mucho por conocer del principal archipiélago de Vigo. He aquí un ejemplo

24 jul 2017 . Actualizado a las 13:20 h.

De tan divulgadas que están resulta un reto encontrar algo desconocido en las Cíes, pero quizás esta ruta les muestre algún rincón sorprendente. Nuestra senda parte de la caseta de información -recuerden, contamos con guías excelentes- llegando al lago, donde caminaremos sobre una duna fósil que asoma con su tono de arena rojiza. Una vez saludado el gigantesco congrio, ya un residente fijo, pasamos de Monteagudo a Faro.

Durante la ascensión vale la pena fijarse en los arbustos espinosos que bordean el camino; se trata de una barrera impenetrable de abruñeiros, los endrinos que aquí son un alimento vital para las aves isleñas. Volviendo la vista atrás para disfrutar del paisaje una mirada atenta nos descubrirá un corte de un metro de ancho que recorre la base de las rocas. Se trata de la falla de Rodas por donde algún día, si el cambio climático no lo consigue antes, nuestras islas volverán a separarse.

Llegaremos al centro de visitantes rodeados de árboles. En realidad nada de lo que estamos viendo tendría que estar aquí pues además de ornamentales (como un enorme metrosidero de flores rojas) se trata mayoritariamente de eucaliptos, acacias negras, robinias, todas ellas especies exóticas y doblemente invasoras al estar en islas. Su plantación (no repoblación) representó en su día una proeza forestal, pero una catástrofe ambiental. Esa cobertura cambió vertiginosamente la ecología de las islas, que salvo algún pequeño grupo de cerquiños (primos de los carballos) carecían originalmente de arbolado. El problema es que esta vegetación invasora está asentada y retirarla de golpe alteraría otra vez el ecosistema, por lo que dicha retirada se está realizando de forma gradual.

Aquí nuestra ruta se sale de lo usual, y en lugar de continuar hacia el faro, tomaremos una pequeña senda que desciende hacia la izquierda. Es el camino del antiguo cementerio de Cíes y posiblemente uno de los rincones menos conocidos de las islas. Hay una aparente paradoja en este punto de nuestra ruta: la más hermosa panorámica de la playa de Rodas es precisamente la que se ve desde el antiguo cementerio, pero si pensamos en un sitio donde merezca la pena ver pasar la eternidad este sería un excelente lugar. Desde aquí vale la pena acercarnos en dirección sur hacia la punta das Vellas, y la pequeña playa de Viños o praia das Cunchas y ya se imaginarán el motivo de semejante nombre. Las mareas, corrientes y la presencia del islote de Viños hacen que esta playita sea una exposición viva de conchas de todo tipo. Disfruten viéndolas pero recuerden que todas deben seguir allí tras nuestra visita.

Desde aquí iniciaremos el regreso bordeando la cara exterior del complejo dunar de Rodas. Cada una de las plantas que veremos es un prodigio de adaptación a las condiciones de vida más extremas que una planta puede soportar pero también por ello se encuentran al límite de su supervivencia y eso justifica que su entorno sea zona de reserva integral y no se permita el paso. Muchas de estas especies se encuentran en peligro de extinción y asociadas a ellas viven un buen número de aves limícolas igualmente amenazadas.

Caminaremos sobre la legendaria arena blanca que precisamente refleja el calor y explica en parte el misterio de que no queme los pies y el agua se mantenga fría. En este punto se agradece un descanso a la sombra que encontramos avanzando hacia la playa de Figueiras.

Llama la atención ver allí un pequeño promontorio arenoso circunvalado por un cercado. Si ese trocito de playa está protegido es porque allí vive algo que merece especial cuidado, y efectivamente, rodeado de torviscos, una planta precursora de los collares antipulgas, encontramos una hermosa mata de Camariña, otra heroica superviviente de lo que antiguamente fue su hábitat en un litoral hoy mayoritariamente sepultado bajo el cemento.

Un buen lugar para terminar nuestra ruta y sentir las islas. Si pensamos en cuántos lugares así hemos perdido para siempre entenderemos la necesidad de conservar lo que nos queda y por eso estamos en un Parque Nacional.

La namoradeira das praias, una reliquia de otras épocas

La Namoradeira das praias (Armeria pungens) es una reliquia viviente de épocas climáticas pasadas. Solo se encuentra al sur de la península y Cíes es el único lugar de Galicia donde podemos verla, fácilmente identificable por sus largos tallos. La encontrarán al borde del camino en las dunas junto al cementerio. Como el resto de flora y fauna, están estrictamente protegidas.