Roberto Maquieira, hombre comprometido, luchador y vitalista

s. antón VIGO / LA VOZ

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Militante histórico del BNG y músico, muchos amigos lo despidieron ayer en Vigomemorial

14 jul 2017 . Actualizado a las 13:23 h.

El salón de ceremonias del tanatorio Vigomemorial se quedó pequeño para tanto amigo. Todos querían despedirse de Maqui, el apodo cariñoso por el que los más cercanos y hasta los más lejanos conocían a Roberto Maquieira. Es uno de esos amigos el que dice que si alguna palabra le definió a lo largo de toda su vida fue compromiso. Como trabajador de Citroën se comprometió con la lucha sindical en tiempos bien difíciles para dar la cara, en los que el único sindicato permitido era el vertical. Se comprometió con la política, siempre desde la trichera del nacionalismo, en la que nunca tuvo un cargo institucional, pero en la que desde la retaguardia «deuno todo. Foi un home de organización total», dice su compañero de siglas en el BNG Serafín Otero, en tanto Olaia Fernández recuerda su voz, sus bromas y su risa. «Esa voz inconfundible coa que tan fervorasamente defendías o teu. A tua patria».

Se comprometió con el movimiento vecinal. Nacido en Castrelos, la asociación Monte da Mina fue durante décadas su segunda casa. Desde que se jubiló y se trasladó a vivir a Salceda lo era un poco menos, pero no perdonaba los ensayos semanales del grupo folk Tarxa, del que fue una de sus voces desde que se creó hace 30 años. Y es que la música formaba parte sustancial de su abultada nómina de compromisos. Por eso en su despedida no faltó el sonido de las gaitas, que un grupo de amigos hizo sonar en el emotivo acto laico que precedió a su incineración. El himno gallego puso el punto final a la parte musical. Alguno de los amigos y familiares que hicieron uso de la palabra, entre ellos una de sus hijas, subrayó su sempiterno y contagioso vitalismo. Lo cierto es que el repentino e inesperado fallecimiento de Roberto Maquieira a los 68 años de edad, del que dicen que no sabía estar triste, inundó ayer de tristeza a cuantos le conocían. «Maqui murió como Maqui. De repente, como a él le gustaba actuar en todos los aspectos de la vida», afirmaba Serafín Otero.